Turismo: modelo 4.0 turbo «low cost»

Albino Prada
Albino prada CELTAS CORTOS

OPINIÓN

17 ago 2017 . Actualizado a las 16:55 h.

Numerosos diagnósticos sobre el sector turístico español coinciden en plantear una reconversión desde el modelo masivo y de escasos ingresos medios actual (en el que somos campeones mundiales) a un modelo que atraiga menos visitantes con mayores ingresos. Superar una oferta de paquetes de viaje más estancia low cost, gestionada en los destinos masivos (las islas, el mediterráneo) por operadores con frecuencia extranjeros. 

Pero llevamos una década padeciendo los efectos de una crisis que, lejos de habernos alejado de aquel modelo, lo ha acelerado aún más. Uno de los síntomas lo teníamos últimamente en el trabajo de limpieza de los hoteles, que habría pasado de personal laboral del establecimiento a ser gestionado mediante contratos por horas en condiciones de servidumbre medieval por empresas 4.0 autodenominadas de servicios. Turbo low cost.

Estos días estamos asistiendo a un conflicto del personal de seguridad de los aeropuertos , en el que habríamos pasado de prestarlo por los cuerpos de seguridad del Estado a hacerlo por una concesión a un egregio capitalismo patriótico de amiguetes (sección fútbol) que devaluó los salarios, las jornadas y las condiciones laborales hacia el turbo low cost. Por no hablar del taxi.

Pero es en la estancia donde el modelo turbo low cost está avanzando más lejos. Porque la penetración de plataformas 4.0 de alquiler de viviendas para usos turísticos está convirtiendo incluso el low cost hotelero en muy caro e incómodo para el visitante masivo.

Al parque de viviendas vacío en el centro de nuestras ciudades se le está sumando el que gestionan los tiburones de la burbuja inmobiliaria (Blackstone y otros) y todos los inversores patrióticos que han descubierto aquí un nicho de negocio para comprar vivienda de segunda mano barata y sacarle unos ingresos que no le da el oligopolio bancario por sus ahorros. Y sálvese quien pueda.

El resultado es un modelo muy alejado de aquella reconversión de la que se venía hablando. Con perdedores masivos: para empezar, todos los cientos de miles de personas que trabajan en un sector (hostelería, restauración, transporte, servicios complementarios) que nunca antes había estado tan precarizado, pero también los cientos de miles de vecinos que ven cómo se daña su calidad de vida y son expulsados de sus barrios. Sin duda también en esto hay un grupo de ganadores: los que sacan así buena tajada de los euros que esos millones de visitantes se gastan en sus turbovacaciones.

El país debe elegir hacia dónde se dirige. O cambiamos de modelo o nos dejamos arrollar por él. Y en esto, sin duda, cada uno de nosotros debiera hacérselo ver. Sí, eso: cómo usamos -o no- el turbo low cost en nuestros viajes, ocios y demás. Y el Estado debiera dejar de mirar para otro lado mientras se frota las manos anotando cómo suben como la espuma el número de turistas y el de empleos temporales.

La penetración de plataformas de alquiler de viviendas para usos turísticos está convirtiendo incluso el «low cost» hotelero en muy caro e incómodo para el visitante masivo