La fraternidad de Pablo Iglesias

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

OPINIÓN

M.MORALEJO

01 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A Pablo Iglesias, más amigo que nadie de recurrir al eslogan, le ha dado en los últimos tiempos por usar hasta la saciedad la palabra fraternidad. Una vez más, un político manosea un valor noble e intenta apropiárselo como quien se hace con unos derechos de autor, solo que sin pagar.

«Nosotros decimos que apostamos por la fraternidad y por un nuevo encaje en Cataluña», dijo anteayer el líder de Podemos en lo que en realidad fue su primer mitin de campaña de cara a las elecciones catalanas. Fraternidad, esa es la palabra que Iglesias y su gente repiten como un mantra. ¿Cuántas veces la han pronunciado en el último mes Irene Montero o Íñigo Errejón?, por ejemplo.

Pues bien, vamos con varias frases del fraternal Iglesias que nos demuestran lo indefensas que están las palabras y los nobles valores ante personajes ambiciosos necesitados de dotarse de grandeza.

«Que no manchen la palabra patria y la palabra España con sus sucias manos manchadas de crímenes y corrupción».

«España será plurinacional o no será».

«Los que dicen que España es uninacional no son españoles».

«Los salvajes que hoy patrocinan la dinámica del ‘a por ellos’ demuestran su incapacidad para entender España».

«No tenemos ningún miedo al fascismo que ha salido a la calle a defender a los corruptos».

«A nosotros no nos dan lecciones de cómo ser buenos españoles los que hicieron presidente a Mariano Rajoy».

Iglesias está dispuesto a confraternizar con los independentistas que se han saltado las leyes del país que quiere presidir, con aquellos que han llevado a España y Cataluña al borde de la tragedia. Quiere hermanarse con la ERC de Junqueras para mantener el fascismo a raya. En su fraternal discurso, se trata de echar de las instituciones a la «extrema derecha del PP», de frenar a la «extrema derecha de Ciudadanos» y retratar a un PSOE palmero de los fachas.

En la fraternidad de Pablo Iglesias no hay lugar para los 7.906.185 votos cosechados por el PP en las últimas generales (33 % de los sufragios), los 5.424.709 del PSOE (22,66 %) y los 3.123.769 de Ciudadanos (13,05 %). Es decir, 16.454.663 (68,74 %). Ni siquiera para los cientos de miles de personas que se manifestaron en Cataluña contra el independentismo antidemocrático. Además les llama fascistas, en otra demostración de cómo se usan, manipulan y destrozan tristemente las palabras y sus significados.

Podemos y sus confluencias lograron 5.049.734 votos (21,1 %). Votos todos ellos respetables, en cuanto a que se entiende que son la expresión de la voluntad democrática de los ciudadanos. Pero votos que están siendo usados con temeridad y ajenos, desde luego, a la fraternidad.

Las palabras, los valores, no son una camiseta que se compra en la tienda. Cuando los valores se ejercen con los hechos, las palabras llegan solas y se ajustan como un guante. Cuando no hay valores, pero nos da vergüenza que se sepa, usurpamos las palabras. ¿Fraternidad? No cuela.