No le demos más vueltas: la culpa fue única y exclusivamente del temporal de nieve y de quienes se tiraron de cabeza en ella. Si no hubiera nevado y miles de personas no se hubieran empeñado en circular por la AP6, precisamente cuando nevaba, pues nada habría ocurrido. Así que no carguemos las responsabilidades ni sobre el ministro de Fomento, que tiene como dedicación exclusiva el descubrimiento de placas las inauguraciones, ni sobre Iberpistas. Lo cierto es que si a algún despistado le contamos que miles de personas pasaron hasta 20 horas atrapadas en sus coches, sin poder comer ni beber, sin dormir; que entre 3.000 y 5.000 automóviles quedaron bloqueados y que en ellos había decenas de niños y algunos enfermos y que solo la intervención del Ejército logró poner fin a la situación, creerá que le estamos desvelando el guion de una de esas películas de catástrofes, de bajo presupuesto y escasa imaginación con las que las televisiones nos torturan las tardes de los domingos. Las clásicas Avalancha o Rescate imposible. Porque lo ocurrido en la AP6 el fin de semana está más cerca del libreto de una película de catástrofes que de la realidad de un país del primer mundo. Y sin embargo, ha ocurrido. Una vez más. No es por falta de experiencia en esta tipo de situaciones, ni por desconocimiento de lo que se avecinaba, que fue reiteradamente adelantado. Es sencillamente por incapacidad de quienes tienen la responsabilidad de evitar estas situaciones tercermundistas; de los mismos que tratan de convencernos de que viven para preservar nuestras vidas y que son los que dicen trabajar por la seguridad en nuestras carreteras. Y también ha vuelto a ocurrir que no existen responsables. Muy propio de este país. Ayer tarde, cuando aun se retiraban vehículos del caos, Fomento señaló a la concesionaria Iberpistas y anunció la apertura de un expediente informativo, que es lo que se hace cuando no se quiere hacer nada. E Iberpistas, faltaría más, huyó por la tangente precisando que algunos de los vehículos accedieron a la vía sin reunir las condiciones precisas para hacer frente a un temporal. Y tienen razón. Ellos no están para resolver nuestros problemas. Si nieva, pues peor para los automovilistas. Ellos están para inaugurar, anunciar subidas de peajes, cobrar y para descubrir placas en las inauguraciones.