Somos... ¡Perdón!: Éramos la izquierda

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

EFE | Javier Lizón

08 jun 2018 . Actualizado a las 08:08 h.

Dando un nuevo giro de 180 grados sobre sus posiciones anteriores («Somos la izquierda»), Sánchez ha nombrado un Gobierno de centroizquierda, en el que la ortodoxia europea deja varadas (al menos de momento) las aventuras económicas prometidas desde la oposición y donde el proyecto de cambiar la supuesta política de confrontación con Cataluña -que practicaba, al decir del PSOE, el Gobierno del PP- por un diálogo abierto y generoso se ha concretado en hacer ministro de Exteriores a uno de los más firmes látigos de los secesionistas.

No seré yo, claro, quien critique ninguno de ambos cambios, ni, en general, la composición de un Gobierno que parece indicar que el nuevo presidente ha tomado el camino que llevo defendiendo para el PSOE desde hace mucho tiempo: el del centroizquierda y no el del izquierdismo al que ha jugado Sánchez hasta entrar en la Moncloa. Un izquierdismo que, de hecho, le permitió ganar la moción de censura con el apoyo indispensable de Podemos y los golpistas catalanes de ERC y el PDECat. Pero, ¡ay!, ese tránsito del «Somos la izquierda» al «Éramos la izquierda» va a impedir a Sánchez gobernar con 84 diputados.

Las primeras señales de lo que se avecina están ya ahí. Los secesionistas han puesto el grito en el cielo en cuanto se conoció el nombramiento de Borrell, una de sus verdaderas bestias negras: de seguir en «la escalada del odio» habla Puigdemont y de «vergüenza» el inefable Rufián. En cuanto a Podemos, Iglesias fijó ayer una doctrina que no deja lugar a dudas sobre lo que puede esperar el presidente. Tras lamentar que Sánchez haya elegido ministros que «gustan al PP y a Ciudadanos», Iglesias sentenció: «Pasar por la Moncloa con el Gobierno más débil de la historia de España probablemente vaya a ser un calvario para Sánchez». Ya se encargará Podemos, por supuesto, de asegurar ese calvario.

La pregunta, pues, resulta obvia: ¿Qué mayoría apoyará la opción política ortodoxa y moderada que parece representar el Ejecutivo que tomó ayer posesión? Es poco realista que piense formarla con el PP tras haberlo desalojado del Gobierno con una moción de censura que es legítima (la matraca del PP negándolo supone un grave error), pero que demuestra una deslealtad constitucional de primer grado que no resulta probable que los derrotados se avengan a premiar. Podría intentarlo con Ciudadanos, pero, aun en el caso de que Rivera estuviera dispuesto a favorecer a quien es hoy su principal competidor, los naranjas y el PSOE suman 21 escaños menos que el PP y sus aliados.

Dicho con toda claridad: Sánchez ha ganado su moción de censura apoyándose en el sector más radical del Congreso, pero ha formado un Gobierno moderado que, contando con 84 diputados, solo podrá sacar adelante su política con el sostén, o la abstención, del partido al que ha desalojado del poder. Tal cuadratura del círculo será el precio que Sánchez habrá de pagar por su oportunismo durante el tiempo, poco o mucho, en que sea presidente.