Volar abordo de una cápsula Soyuz es de lo más incómodo. El espacio es mínimo, el ruido ensordecedor y la aceleración llega casi a aplastar, literalmente, el cuerpo de los astronautas. En esta situación, el comandante Ovchinin, tras una fuerte sacudida, indica con total serenidad: «Fallo, ha sido un vuelo rápido».
Hace falta sangre fría, así son los cosmonautas. Por fortuna, todo quedó en un susto. Desde el año 1967 las Soyuz de tecnología rusa han demostrado ser de las naves más seguras, con apenas dos accidentes mortales y unos pocos incidentes, en más de 130 vuelos espaciales, pero comienzan a acumular fallos, que llegan en un mal momento para la agencia Roscosmos, la NASA rusa.
En agosto pasado, un agujero también en una Soyuz, para el que aún no ha aparecido ninguna explicación, hizo saltar la alarma de la Estación Espacial Internacional al dejar escapar el imprescindible aire que necesita su tripulación.
La empresa americana Space X prepara su primer vuelo tripulado de la cápsula Dragon para el año 2019, quizás sea el momento de la retirada de las Soyuz. Ahora, la preocupación pasa por perder el único transporte a la Estación Espacial Internacional. La tripulación de la misma debe volver como mucho en unos meses y no hay alternativa para reponerla, quizás la estación tenga que quedar sin astronautas por primera vez desde el año 2000.