El socialista quiere ser el pastor del «liberalismo» que ha dejado «huérfano» Ciudadanos al echarse «en brazos de Vox»
09 ene 2019 . Actualizado a las 09:15 h.Pedro Sánchez se levantó ayer queriendo ser Macron. Anteayer casi se deja coleta. Hace tres días tomaba café con Torra. Serán los espejos de la Moncloa, o el sol de Lanzarote. Lo explicó a Efe: quiere ser el pastor del «liberalismo» que ha dejado «huérfano» Ciudadanos al echarse «en brazos de Vox». El campeón de la ambigüedad política dando lecciones de ubicación en el tablero. Vale, pero ¿ser Macron en realidad para qué?, ¿solo para sumar votos? Sánchez, lo recogen las hemerotecas, practica el reduccionismo político. Marxista, pero de los hermanos Marx: «Si no le gustan mis principios, tengo otros». Agotado ya el caladero de Podemos, contemporizando con los soberanistas, siguen sin darle las cuentas. De ahí que Sánchez pretenda pasar ahora también por heredero de David Hume y de Adam Smith, de John Stuart Mill, de Montesquieu, Tocqueville y Raymond Aaron. Sánchez, el Trudeau de León, el Obama de Castilla, el Macron de la Moncloa. Lo opuesto, en fin, a todo lo que defendía ayer mismo. Sánchez madrugó como un Adolfo Suárez del siglo XXI, a la caza de la gran bolsa de los incómodos: los liberales. Los que, en palabras de Edmund Fawcett, recelan de la excesiva concentración de poder, tienen fe en el progreso humano, practican el respeto cívico y aceptan que el conflicto de creencias e intereses en la sociedad es inevitable. Son ellos, nada que ver con el Sánchez que conocimos hasta ayer, quienes decidirán el próximo inquilino de la Moncloa. Sánchez, que para algo controla el descontrolado CIS, lo sabe. De ahí su plan, que no obstante dejará aún más perplejos a los socialistas de pro. ¿O es que alguien sabe a estas alturas qué vota cuando vota PSOE? ¿Está Pedro Sánchez, el optimista irresponsable, golpeando los clavos en el ataúd de la socialdemocracia para apuntalarse él mismo en el poder? Quién sabe si lo que está intentando ganar por un lado lo acaba perdiendo por el otro. Cuando uno se despierta de la izquierda radical, se desayuna socialdemócrata, come liberal y se acuesta dando oxígeno al nacionalismo puede acabar corriendo el peligro de ser el líder político, no Macron ni Trudeau ni Obama, sino Pedro Sánchez, que lo representa a todo y ya no representa nada.