A la princesa la siguen vistiendo como si tuviera seis años en cada acto oficial al que acude
25 jun 2019 . Actualizado a las 11:00 h.A los 13 años la princesa Leonor sigue vistiendo como si tuviera 6 años en cada acto oficial al que acude. Y no es una opinión, es una obviedad que se puede analizar al detalle con precisión de costurera: vestido de telas con bordados de flores, cuellos ribeteados de colores haciendo juego con el estampado del conjunto, manga hasta el codo, corte en la cintura, medias hasta la rodilla cuando es invierno, sin medias cuando es verano, y sus herméticas bailarinas de poco baile. Ese estilismo es prácticamente similar al que luce su hermana Sofía, un año menor, con alguna pequeñísima concesión más espontánea en ella, es cierto.
Leonor ha cumplido hace meses los 13 años (el próximo octubre soplará los 14) y en su última aparición pública ha vuelto al patrón clásico del vestido de muñeca. Su imagen infantil hace tiempo que está muy alejada (y cada vez más desenfocada) de lo que es una adolescente real, de una cría que va cogiendo aire, que impone su criterio, que busca, se ofusca y va manejando los hilos de su identidad. Me viene ahora al recuerdo -y es solo un ejemplo- aquella foto de las hijas de Zapatero que tan bien reflejaba el cuadro que puede ser la adolescencia. Un cuadro en el que Leonor da la sensación, así de lejos, de que pinta más bien poco.
El pincel parece que lo maneja la reina Letizia, que desde siempre ha supervisado escrupulosamente todos los looks de sus hijas, que de pequeñas lucieron maravillosos modelos de firmas gallegas. Pero con toda la influencia de las influencers de hoy, con toda esa vorágine de códigos estilísticos «tratrá» que avivan con alegría a las adolescentes, a Leonor la han parapetado en un vestido ñoño con canesú que a los 14 años provoca una descompensación que da grima. Tal vez alguien se ha empeñado en que lo «formal» es que no crezca.