El mal menor para Sánchez

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

Jesús Hellín - Europa Press

18 nov 2019 . Actualizado a las 08:22 h.

El resultado de las elecciones ha llevado a Pedro Sánchez justo al escenario que no quería: tener a Pablo Iglesias como vicepresidente y necesitar la abstención de ERC para ser investido. Todo ello, tras hacer una enmienda casi total a su campaña, desdiciéndose a sí mismo. Depender para ser presidente del Gobierno de España de los independentistas que alientan el corte de carreteras y las algaradas callejeras es una mala noticia para Sánchez y para el país. Y tendrá un precio. Además, ya demostraron que no son de fiar cuando tumbaron los Presupuestos y provocaron las elecciones. Pero la alternativa era la hecatombe, ir por tercera vez a las urnas. Porque hay que ser serios, el PP dejó claro que en ningún caso permitiría la investidura del líder socialista, pese a lo que ahora digan los Feijoo o Cayetana Álvarez de Toledo. Que se sepa, Casado es el que manda en el partido y García Egea su mano derecha. Por otro lado, una gran coalición con el PP, incluso un acuerdo de investidura, sería letal para el PSOE, que sufriría una hemorragia de votos por su izquierda y propiciaría un ascenso espectacular de Podemos y Vox. Sánchez ha optado por lo que considera el mal menor, porque el pacto con los populares y las terceras elecciones eran peores. Por último, hay que insistir en que si Ciudadanos votara sí a investir a Sánchez, los independentistas serían irrelevantes. Ya estuvo en la mano de Rivera, que pudo ser vicepresidente de un Gobierno con 180 escaños, pero le perdió su ambición desmedida y ahora está en su casa. La formación naranja necesitaría un Valls, un político con sentido de Estado, que hiciera lo mismo que el francés en el Ayuntamiento de Barcelona.