El ayuno intermitente debe evitarse en personas con trastornos metabólicos descompensados, gestación, lactancia, ancianos...
En la búsqueda del mal llamado peso ideal, nacen cada temporada tendencias más o menos fundamentadas, que prometen hacerte entrar en tus viejos pantalones vaqueros. El «ayuno fisiológico» es el tiempo, incluyendo la noche, en el que no comemos, habitualmente entre 8-12 horas, mientras que en el «ayuno intermitente» el tiempo sin ingesta es variable. El más popular, el ayuno «16/8», consiste en ayunar 16 horas, incluyendo la noche, y concentrar la ingesta en 8 horas, normalmente de 10 a 18 horas. No hay normas sobre las calorías a ingerir en este período, pueden ser las habituales o restringir 300-700 kilocalorías diarias, si el objetivo es la pérdida ponderal. Puede ser diario, 1 o 2 días de ayuno semanales o mensuales.
Tras comer, la glucosa se emplea como energía y las grasas se almacenan en tejido adiposo como triglicéridos. Entre comidas, estos, se escinden en ácidos grasos y glicerol. El glicerol es moneda energética mientras que los ácidos grasos se transforman en cuerpos cetónicos, siendo también empleados como fuel. Estos además son potentes reguladores de procesos fundamentales en el organismo y sus efectos justifican los beneficios del ayuno.
Si el ayuno se acompaña de restricción calórica moderada, ha demostrado a corto plazo, de forma supervisada y manteniendo un equilibrio en la ingesta, ser eficaz para disminuir peso, disminuir resistencia a la insulina (base de la diabetes tipo 2 y síndrome metabólico), mejorar el control lipídico y las cifras de presión arterial y disminuir los niveles de moléculas inflamatorias en el organismo. El ejercicio físico puede potenciar sus beneficios. Los datos de sus efectos han sido obtenidos a partir de personas jóvenes o de mediana edad, con patologías metabólicas controladas. Datos preclínicos sugieren que podría ser beneficioso en el cáncer y como prevención de deterioro cognitivo, sobre lo cual hay estudios en marcha. No tenemos datos a largo plazo sobre los efectos de mantener este patrón.
El ayuno intermitente debe evitarse en personas con trastornos metabólicos descompensados, gestación, lactancia, niños, ancianos, trastornos de la conducta alimentaria y en general personas con patologías graves. En estos casos no está demostrado el beneficio del ayuno intermitente y puede ser perjudicial.
Entre los efectos secundarios se encuentran la cefalea, mareo, dificultad para concentrarse, descompensación de patologías crónicas y alteración de absorción de fármacos. El déficit calórico no controlado puede inducir el déficit de nutrientes concretos produciendo estados carenciales.
Por tanto, el ayuno modificado, con restricción calórica, acompañado de un plan de actividad física, supervisado por profesionales con conocimientos y experiencia puede ser útil para la pérdida de grasa y mejorar el control metabólico a corto plazo. Hacer ayuno fuera de estos márgenes, sin supervisión y sin planificar ejercicio físico además de darte algún dolor de cabeza, puede complicarte algo más que la talla del pantalón.