Quién nos iba a decir que la crisis del coronavirus nos iba a traer algunas cosas buenas, pero en estas circunstancias no podemos negar que el tiempo lento se ha apoderado de nuestra casa, en una cuarentena que nos ha hecho tirar de la imaginación y de otro tipo de disfrute. Así que lejos de recomponernos en un aislamiento digital, cada uno a su bola viendo la serie o la película de turno, los primeros síntomas familiares hacen prever una cuarentena más parecida a los primeros capítulos de Cuéntame que a lo que sucedía en nuestras vidas hace solo unos días. Estamos rodeados de tecnología, sí, pero la tele del salón ha vuelto a coger fuerza, a reunirnos a todos en el sofá para no perder detalle de las últimas noticias y los acontecimientos que se suceden. De modo que un visto y no visto, la audiencia no se ha dispersado tanto como creíamos, todo lo contrario, se ha sumado en millones de espectadores ávidos de información y en millones de personas que han regresado a los años de EGB. A ver esa televisión única que les hace compartir las inseguridades y los contratiempos de estos días de incertidumbre. De golpe hemos dejado los realities y nos hemos aupado en otros contenidos que recuerdan mucho más a aquella tele que teníamos en los ochenta, con debates, informativos y películas. El salón de casa ha vuelto a llenarse, la familia sigue dentro.