Voy a ponerlo por escrito para ver si yo misma me lo acabo de creer: parece que ahora, al menos en países como Perú, archivan denuncias por violación sexual bajo el argumento del color de la ropa interior que haya utilizado el denunciante en el momento de los hechos. Véase sino la noticia de hace unas semanas: los integrantes de un tribunal de la región peruana de Ica (dos mujeres y un hombre) desestimaron un caso de violación de una joven de 20 años porque el rojo de sus prendas íntimas «conlleva a inferir que la agraviada se había preparado o estaba dispuesta a mantener relaciones sexuales con el imputado». También dijo este ilustre tribunal que «la supuesta personalidad que presenta la denunciante (tímida) no guarda relación con la prenda que utilizó el día de los hechos». O sea que si uno se viste de rojo no tiene los mismos derechos que si se viste, pongamos el caso, de azul o amarillo. O, si uno se viste de rojo, no puede ser tímido y, como no es tímido, no es posible que haya sido violado. Millones de personas todavía utilizan argumentos ridículos como estos para encubrir el horror que late en el fondo del asunto. Menos mal que ahora, tras las protestas de cientos de mujeres en la calle, estos jueces han sido suspendidos por la Oficina de Control de la Magistratura de Perú. Me consuela un poco pensar que a lo mejor se juzga al violador, y que, con suerte, lo meten en la cárcel. Si es el caso, le daría un consejo: no se le ocurra ponerse allí nada rojo, no vaya a ser que termine igual que su víctima.