No hace falta ser un politólogo para percatarse de lo que significa una extrema derecha que sin duda alguna está en auge a un lado y al otro del océano. Bien lo expresa Milton Friedman, como oráculo neoliberal en La libertad de elegir, los pasos a dar para revertir las conquistas sociales conseguidas por gobiernos de matiz socialdemócrata en un modelo liberal en donde prime el individualismo, reduciendo al máximo el presupuesto público. Claro que será difícil convencer al ciudadano que ocupa los peldaños más golpeados por las sucesivas crisis económicas, clases medias la mayoría, o los que nutren la situación de pobreza, in crescendo, que parecen envueltos en una abulia que adormece las mentes. Habrá que explicarles sin demagogia que la educación y la sanidad la tienen que pagar. ¿Pero cómo engañarlos? Pues, poco a poco, siguiendo el manual neoliberal, con mucha propaganda populista que por ser populista acepta la mentira. Así votaron las clases desprotegidas a Trump o a Bolsonaro a un lado del Atlántico, y a Orbán, Salvini, junto con otros imitadores que nos rondan muy cerca, a este otro lado del océano. El equilibrio social que debe existir entre competitividad individual y solidaridad social ha costado en Europa muerte, sudor y lágrimas desde la Segunda Guerra Mundial, y es sin duda la piedra angular en la que fue construida la Comunidad Europea actual. No nos engañemos, se logró con solidaridad (impuestos), educación y buena política. Romper este equilibrio significará la vuelta a los extremismos, con peligro de perder la democracia. Estamos jugando con fuego y el lenguaje populista enarbolado frívolamente por algunos partidos de bajar impuestos y transformar Madrid en un paraíso fiscal es un gran error político de graves consecuencias por una simple razón: se rompe la solidaridad que debe haber entre todas las comunidades y sin solidaridad no hay democracia, amén de provocar los nefastos separatismos que siguen golpeando a nuestro país. La política de bajar impuestos en estos momentos de pandemia en los que la solidaridad entre todas las ideologías es clave para salir del túnel, junto con el rescate de discursos pasados utilizados para engañar de «libertad o comunismo», «patriotas o rojos», solo propician extremismo y confrontación.