En ningún sitio está escrito que una carrera política tenga que ser un camino de rosas. Para Pablo Casado, la cosa está siendo lo opuesto a un paseo militar. Él sabrá por qué se ha metido, y por qué sigue adelante. Quizá existan beneficios espirituales que al común de los mortales se le escapan. El caso es que ni dejándose barba modo Rajoy ni con pelazo consigue enderezar el hombre la nave. El CIS consolador queda ya tan lejos. No hay semana de calma para el presunto líder del PP. Digamos que, en casa de pepero, cuchillo de Ayuso, mentando al rey. O cuchillo de la patronal mentando los indultos. O cuchillo de Cospedal mentada por el juez. Pablo Casado tiene que tener ojos en tantos frentes que en una de estas corre el riesgo de quedarse bizco. He aquí a este hombre, durante su intervención ante el Círculo de Economía de Barcelona. Como a punto de decir qué he hecho yo para merecer esto. Pues no le queda nada.