Las estrellas consiguen su energía a base de apretar átomos de hidrógeno hasta límites inimaginables. No es un proceso fácil: los núcleos de esos átomos tienen carga positiva y se repelen unos a otros. Pero si la fuerza que los aprieta consigue vencer esa repulsión, se produce algo extraordinario: dos átomos de hidrógeno se funden y dan lugar a un átomo de helio. De ese parto sale una enorme cantidad de energía. La energía que hace brillar nuestro sol y gracias a la cual la Tierra está viva. Si el ser humano consiguiese reproducir ese proceso (llamado fusión nuclear) tendríamos una fuente inagotable de energía, y además limpia. La solución definitiva. Las estrellas lo hacen a lo bruto, con su enorme peso que aplasta la materia que está en su núcleo. Pero, ¿cómo hacerlo en la Tierra?
Pues parece que usando láseres. Los hay capaces de transportar con su luz enormes cantidades de energía en poco tiempo. La luz empuja, así que la idea es aplastar un paquetito de átomos de hidrógeno con rayos láser desde todos los lados... Y se acaba de conseguir un hito: sacar de una bolita del tamaño de un garbanzo una energía como la que lleva un coche a 160 kilómetros por hora. Y lo más importante: la energía obtenida fue el 70 % de la que se gastó en el proceso. Si se consiguiese optimizar el proceso hasta que la energía producida superase a la gastada, la generada reiniciaría el proceso: la creación de una reacción en cadena de la que nacería una pequeña estrellita, de la cual sacaríamos inmensas cantidades de energía.