Sánchez seguirá... si no hay alternativa

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Marta Fernández Jara

17 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El desprestigio del CIS es tal desde que Tezanos lo preside que el hecho de que sus previsiones electorales contradigan a las de todas las empresas demoscópicas a nadie sorprende ya, y a nadie escandaliza -lo que es peor- dado que el CIS lo pagamos entre todos. Su último sondeo, conocido ayer, anuncia una subida electoral de los dos partidos del Gobierno, cosa pasmosa a la vista de la evolución política y económica española.

El Gobierno, que sigue partido en dos y con Podemos disputándole al PSOE cada decisión populista, es incapaz de controlar la marcha de la economía, que avanza a trompicones y solo en la medida en que lo hacen por su cuenta, con ímprobos esfuerzos, las empresas grandes, medianas y pequeñas. El panorama es desolador: la electricidad por la nubes, y subiendo; el empleo oscilando por el turismo pero en la cola de la UE y sostenido artificialmente en gran medida por unos ERTE que duran y duran como las pilas del conejo; la inflación disparada por primera vez en una década, y la inversión en plena desconfianza, según puede comprobarse en una Bolsa lamentable. Y mientras, el Gobierno, y su presidente, que incomprensiblemente sonríe siempre, crecidos por un triunfalismo que en nada se justifica. Ni aun en el maná europeo, que, a este paso, seremos incapaces de gastar de forma provechosa y que es objeto de las protestas generalizadas de quienes deberían recibirlo, al ver a un Ejecutivo que hace con él mangas y capirotes, al servicio de su estrategia, que no es gobernar España, sino seguir en el Gobierno.

Tampoco la vida política explicaría lo anunciado por el CIS: una vergonzosa mesa de dialogo que, ya se ha visto, no es más que un engañabobos al servicio de los intereses partidistas que comparten el PSOE y ERC: aguantar en el poder en minoría; un proyecto de ley de universidades que ha sido objeto de un generalizado pitorreo; el escandalazo de la ampliación frustrada del aeropuerto del Prat; y una lucha contra el covid de la que el Gobierno está desaparecido (¿qué ha sido del errático Simón?), tanto que Sánchez -que, ¿recuerdan?, cantaba los días que faltaban para llegar al 70 % de inmunizados- no se ha atrevido finalmente a apropiarse de un éxito que no le pertenece en absoluto.

Así las cosas, solo mirando al otro lado del espectro cabría entender que el bipartito no estuviera ya desahuciado por unos electores que no pueden ignorar que lo que funciona en el país no es gracias al Gobierno, sino a pesar de él. Porque mirando al otro lado del espectro es cuando vemos a Vox, el mejor aliado objetivo del Ejecutivo Frankenstein, y al PP, desangrándose en la batalla de Madrid y en el sanchista «no es no», que es todo menos una alternativa de Gobierno.

Habrá, por eso, en España millones de electores conscientes de que tienen docenas de motivos para no votar al PSOE y a Podemos pero a los que les costará encontrar uno diferente al de mandar a Sánchez a su casa para votar al Partido Popular. Y ese, por decirlo con Manquiña, es el «conceto».