Fue precisamente un mes de septiembre cuando nos dieron el diagnóstico: demencia tipo alzhéimer; y se nos cayó el mundo. Hace ya dieciocho años. No se hablaba tanto de esta enfermedad y recuerdo que uno de los médicos que la atendió, nos dio un pequeño librito para que nos fuésemos haciendo a la idea. Las lágrimas borraban las letras, nunca nada volvería a ser igual. Mamá, mi mamá, iba desapareciendo y quedaba cada vez más oculta, devorada por esta terrible enfermedad. Supimos que no tiene cura, lo mejor que puede suceder es que se consiga frenarla un poco con la medicación, pero sigue su camino, abriéndose paso como esas aguas que buscan su cauce hacia el río.
Después, viene una labor de coordinación y organización que será diferente en cada familia. Nosotros éramos varios hermanos y fue más llevadero ese cuidar de quien siempre cuidó. Ánimo, paciencia, un mucho de cariño y un poco de buen humor, creo que es la receta para sobrellevar medianamente esta situación que solo comprende en toda su extensión quien la ha padecido o está en estos momentos en ese tránsito.
Mi agradecimiento a las personas que nos ayudaron en ese camino.