Golpe a la industria militar francesa
OPINIÓN
La ciudad normanda de Cherburgo fue el primer gran puerto conquistado por los aliados en la Segunda Guerra Mundial en suelo europeo. La batalla duró tres semanas y fue continuidad del desembarco aliado en las playas de Normandía, en junio de 1944. El enclave era estratégico para el paso de tropas y avituallamiento desde Gran Bretaña para derrotar a los alemanes en el frente del Oeste. El peso de la batalla correspondió al ejército norteamericano. Hoy, Cherburgo, con poco más de 80.000 habitantes, alberga el principal centro de construcción militar francés de submarinos por parte de la empresa Naval Group. En él trabajan 3.400 personas y es la zona de talento en ingeniería más importante de Francia. Desde 1899 se han construido más de cien submarinos. Ahora ocupa su trabajo en el programa Barracuda, de seis submarinos de ataque nuclear, para la armada francesa. Por eso el acuerdo militar de EE.UU., Reino Unido y Australia ha caído como una bomba y ha abierto una crisis diplomática -otra- entre Francia y EE.UU.
En el trasfondo de esta crisis lo que Francia se juega -además de un menor peso militar en el área del Pacífico- son 56.000 millones de euros, que es el dinero que iba a ingresar por la construcción de 12 submarinos nucleares para Australia. Ahora se los llevarán EE.UU. y el Reino Unido. En el mundo solo existen seis países con submarinos nucleares: EE.UU., Rusia, China, Francia, Reino Unido e India. El acuerdo militar entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia fue hecho público por Joe Biden el día 16 de septiembre a espaldas de los franceses. Algún medio galo lo ha llegado a calificar como un nuevo «golpe de Trafalgar» para la marina nacional. La estrategia militar francesa en el Pacífico se sustentaba en un acercamiento a la India y a Australia. La mesa de tres patas cojea. El esfuerzo de una década en diplomacia e inversión se esfumó en unos minutos. La pregunta que nos planteamos es si, después del brexit, Francia seguirá siendo el mejor aliado militar de EE.UU. en Europa.
Las crisis diplomáticas entre franceses y norteamericanos son cíclicas. Ocurrió con la guerra de Irak -Francia le construyó reactores nucleares a Sadam Hussein, que fueron destruidos por Israel con el visto bueno americano- y en Siria, el 31 de agosto del 2013, en que Obama abandonó a la aviación francesa cuando iba a atacar a Basher Al Asad por el empleo de armas químicas. De esta última aún guardan malos recuerdos porque Francia se ha visto desplazada de Siria por Rusia y en parte de Oriente Medio. La penúltima ha sido Afganistán. La OTAN, con sus debilidades, sigue siendo imprescindible y Francia -como España- seguirán siendo aliados de EE.UU. pese a sus perfidias.
En la geopolítica internacional los aliados son circunstanciales y siguen primando los intereses nacionales. De ahí que sea tan difícil construir una base sólida para una política de defensa y de política exterior común en la Unión Europea. Sin embargo, creo que debemos perseverar con el intento. Europa solo se mueve con las crisis.