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Aunque estemos en el otoño, debemos de considerar como tormentas de verano los últimos encontronazos entre miembros del Gobierno. Sabíamos que iban a producirse, y que hay que soportarlos y hacerles frente, pero somos conscientes también que pasarán sin dejar mayores secuelas.
Ha sido necesario que el presidente Sánchez se fuese a Trujillo para que confirmara nuestros pálpitos. La legislatura va a durar hasta el año 2023, dijo instantes después de dar por zanjados los choques que vienen protagonizando PSOE y UP. El último, por la coordinación en la negociación de la reforma laboral y el debate de las enmiendas a los Presupuestos.
Pedro Sánchez aprovechó para hacer el anuncio ante el portugués Antonio Costa que vive también momentos convulsos en su Gobierno después de haber sido considerado por toda Europa el ejemplo a seguir en la formación de coaliciones de izquierda. Todo funcionó a la perfección hasta que dejó de hacerlo y ahora la situación se adivina comprometida. Y es que estamos poco habituados, nos sorprendemos por todo y somos muy dados al catastrofismo. Pero los gobiernos de coalición son una permanente montaña rusa de desencuentros, deslealtades y grescas. En el mundo entero. Aquel pacto de coalición firmado por Sánchez y el ex Pablo Iglesias, que juraron respetar, se está deteriorando por no decir que está destrozado y que ya nadie se acuerda de él. Pero era lo previsible. Ni el propio Sánchez pensó nunca que su mandato fuese un camino de rosas.
La agenda social y las diferentes posturas entre el presidente, Calviño, los ministros socialistas y Yolanda Díaz, Belarra, Montero y la marinería que les asiste, es el origen de los rifirrafes que debemos de considerar propios de un Gobierno de coalición, tras un tiempo de noviazgo y enamoramiento. Pero no hay que alarmarse, ni ser agoreros. Las tormentas de verano regresan cada año. Y, por lo visto, se producen también en el otoño. Lo que nos advierte que las padeceremos con frecuencia en tanto en cuanto se mantenga el Gobierno de coalición. Porque son propias de ellos. Pero no nos alarmemos. Son molestas, pero no peligrosas.