No cabe duda de que las plataformas han encontrado un filón en los crímenes. Lo sabíamos tras el éxito de la serie sobre Madeleine McCann, el documental que se hizo con el asesinato de las niñas de Alcàsser, el crimen de Asunta, y lo hemos visto recientemente con el caso de Rocío Wanninkhof, con dos entregas en Netflix y HBO. Ahora le toca el turno a Marta del Castillo, y está claro que pronto los espectadores nos asomaremos a otros muchos sucesos, algunos resueltos y otros no, por esa voracidad que nos lleva a convertirnos en detectives. Con el añadido de que casi todos los asesinatos tienen algún hilo del que tirar para dar con la clave de lo que en realidad pudo haber pasado. Porque en la mayoría de ellos todavía queda mucho por desentrañar y sobre todo por juzgar. Es espeluznante el caso de Marta del Castillo, que acaba de ser estrenado en Netflix, porque da buena cuenta de lo chapucero de una investigación que ha llevado a dos juicios, con sentencias que no tratan los mismos hechos y que han terminado por abatir por completo a los padres. Hasta siete versionas distintas dio el asesino confeso, con idas y venidas, con la complicidad de un grupito de chavales que han acabado en la calle sin pena y con más gloria. Ellos sí se han choteado de la Justicia sin ninguna consecuencia. Doce años después, aún no han revelado dónde está el cuerpo de Marta del Castillo.