El padre de la joven asesinada en el 2009 nos concede una entrevista a raíz de la emisión del documental «¿Dónde está Marta», que se estrenó este fin de semana en Netflix
26 may 2022 . Actualizado a las 11:51 h.Antonio del Castillo es un hombre que se rige por la lógica y por lo que ve. De ahí que no cierre ninguna puerta hasta que no vea con sus ojos el cuerpo de su hija. Tanto es así que a día hoy sigue dejando todas las noches la luz de su cocina encendida hasta que aparezca. En un caso tan mediático, el padre de Marta del Castillo se cree la última de la versiones sobre lo sucedido aquel 24 de enero del 2009 que ha dado el asesino confeso de la joven, Miguel Carcaño.
—¿Cómo estás? ¿Ha sido duro remover la historia?
—Claro, ha sido duro porque todo se ha hecho desde un principio, y cuando lo ves todo reunido en la televisión paso por paso es más duro. Te hace revivir todo desde que pasó hasta hoy en día.
—Eva [tu mujer] tiene todo por escrito para no olvidarse nunca de lo que pasó aquellos días…
—Sí, lo fue escribiendo porque con el tiempo se te van olvidando los detalles, y a la hora de celebrarse un juicio son importantes. En ese momento, no sabíamos cuándo iba a ser, porque en España pueden tardar 3 o 5 años, así que escribió lo que había pasado esa noche con el máximo de detalle posible. Y ahí está con tantísimas cartas que recibimos de apoyo de toda España, no puedo decir de Sevilla solo, porque fue toda España. Sevilla se echó a la calle para buscar a mi hija, pero hay que agradecérselo a toda España porque se movilizó todo el país.
—¿Dónde está el cuerpo de Marta?
—Si te pudiera contestar tendríamos el final.
—Pero tu intuición, ¿qué te dice? ¿En el río?
—Yo creo que en el río no. Solamente hay una persona que haya desaparecido en el río, según me lo dijo a mí la Policía, en no sé cuantos años, desde que hay registros de personas desaparecidas. Este río va haciendo curvas y todo lo va echando a una misma orilla, y normalmente, al 99,9 % todo acaba saliendo. Casi con seguridad te digo que en el río no está. Mi intuición me dice que está entre la carretera de Rinconada, en Majaloba o la Algaba, o en Camas. Son las salidas de la capital con más lógica, y de León XIII (el piso donde asesinaron a Marta) a la carretera de Majaloba hay cinco minutos, donde ya todo se vuelve campo y oscuridad. Casi con toda certeza tiene que estar por ahí, pero no puedo decir más nada, se ha buscado miles de veces tanto por la Policía como por nosotros… También hemos buscado por más sitios, porque si hay personas que me vienen con algo que han visto o recordaron algo de aquella noche… buscamos.
—Pero tendría que estar muy escondido… porque como bien dices ya habéis buscado por ahí.
—En la cuneta no creo, tiene que estar un poco alejado, porque se hubiera encontrado. A unos 100 metros de la cuneta mínimo.
—¿Tú te crees a Miguel cuando dice que no sabe dónde está el cuerpo de Marta?
—Es que él también dice que es posible que su hermano lo haya cambiado, una teoría que yo ya la comenté con la Policía, aunque no le da credibilidad. Dicen que a quién se le ocurre ese tipo de cosas, que eso no es tan fácil… Pero es que tampoco es fácil matar a una persona y ocultar el cuerpo, porque solo no pudo hacerlo, eso está muy claro. Sinceramente pienso que Miguel también está un poco perdido. Es una persona urbanita que tenía una pequeña moto, que se paseaba por la capital, él no salía de Sevilla, y si va a algún sitio de noche, creo que va perdido y que no sabría volver.
—¿Tú tienes claro lo que pasó realmente en el piso de León XIII?
—Yo le doy credibilidad a la última versión, para mí es la más lógica, porque desde un principio Miguel ocultaba y encubría a alguien. Cuando habla de la pelea que tiene con el hermano, que este le pega, que mi hija se mete por medio, y la golpea y la tira al suelo. A mí cuando me mandó la carta para que pudiera ir al banco a pedir los papeles y comprobar que habían discutido por la hipoteca, fue una señal de que la versión no estaba desencaminada, y tiene más lógica que la primera, la segunda... Yo me guio por la lógica y la coherencia, y para mí eso la tenía. Se ha demostrado que toda la documentación de la hipoteca era falsa: las nóminas, la vida laboral... Estaba manipulado y falsificado.
—¿Crees que el hermano de Miguel la golpeó?
—Sí, según el testimonio de Miguel y lo que declara ante la Policía. ¿Qué motivo tiene para dar diferentes versiones si no está ocultando a alguien? Cada vez que hay un asesinato hay un motivo que lo provoca. En la primera versión decía que si mi hija quería volver con él, que él se puso nervioso, que le lanzó un cenicero... No me parece lo suficientemente creíble, y conociendo a mi hija, no me lo creo tampoco.
—Entonces, ¿tu hija estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado?
—Efectivamente.
—No crees que Miguel la matara ni tuviera intención de hacerlo.
—No creo que tuviera intención de hacerlo, creo que ocurrió en un momento en que mi hija no debía estar allí, una pelea entre hermanos. Sinceramente, yo me quedo con eso, para mí es lo más lógico y lo más probable y comprensible.
—Y que en todo caso la habría matado el hermano de Miguel.
—Efectivamente.
—Después de esa discusión fortuita, ¿crees que Miguel y el hermano se deshacen del cuerpo o solo el hermano?
—Yo creo que una persona sola no puede deshacerse del cuerpo, lo tengo claro, para este tipo de trabajos hacen falta dos, mínimo, es lo lógico y lo coherente, y más teniendo a otra persona. Que ha podido ser uno solo, pues también…
—Pero Samuel y el Cuco, ¿pintan algo?
—Creo que Samuel se entera de lo que ha pasado, y que el Cuco va allí, ve a Marta, y lo amenazan. Yo creo que ha podido ser así. Que han podido ser testigos, ahora, que no han hecho nada por aclarar esto, pues también, pero no creo que estén relacionados con la muerte y la desaparición de mi hija.
—¿Entre los hermanos está la cosa?
—Sí, creo que sí, que llegó el Cuco, con la normalidad que solía ir a esa casa, timbra al portero y le abren sin más, y por eso entra. Y Samuel se entera, porque lógicamente el Cuco con 15 años sale de allí desesperado, corriendo y tenía que contárselo a alguien, su mejor amigo era Samuel, y lo llama. Eso es lo que yo creo.
—¿Se deshicieron del cuerpo en coche? ¿En moto?
—Vehículo de cuatro ruedas. En una moto hacer un sándwich entre dos personas con un cadáver en el medio no es coherente, y menos pasando por la ciudad tres personas en una moto, no tiene lógica. La moto es pequeña, caben dos personas y muy ajustadas.
—Fuiste a ver a Miguel a la cárcel, te iba a decir cómo fue tener delante al asesino de tu hija, pero tú no crees que sea el asesino. Le dijiste: «¿Dónde está, Migui?».
—Sí, yo fui a verlo, y se lo pregunté a la cara. Miguel es una persona que no te mira de frente, sino que va con la cabeza gacha y parece que está mirando en un ángulo de 45 grados, no mira al suelo, pero casi… Yo le pregunté: «¿Dónde está?», porque en ese momento estaban buscando en el río, y con el mal tiempo que hacía, ver allí a esas personas metiéndose en el agua, dije: «Esto se soluciona más rápido, yendo a la cárcel, hablando con él…». A mi no me cuesta, como si tengo que darle un abrazo, como si me tengo que poner de rodillas, lo hago... Él me dice que está en Majaloba, que no sabe exactamente dónde, porque posiblemente su hermano lo haya movido de allí. Eso es lo que me dice.
—¿ Y esa vecina que dice que ve a Marta en el portal la noche de los hechos?
—La vecina confundió totalmente a mi hija. En ese momento, en este bloque había una chiquilla muy parecida a mi hija, que incluso yo anteriormente la había confundido por la calle con ella y de casi llamarla.
—¿Pudo ser un error?
—Yo no tengo duda de que fue un error. Si la veías de espaldas, te confundías totalmente. Pero este dato también lo tenía la Policía.
—Esa noche, la del 24 de enero del 2009, tanto tú como Eva tuvisteis un pálpito… ¿Por qué? ¿No os gustaba Miguel, teníais la mosca detrás de la oreja?
—No, no viene por ahí. El pálpito es porque mi hija llamaba, daba muchos toques. En aquel tiempo, no había WhatsApp, había MMS o toques, de «estoy bien», o me colgaba y yo la llamaba, dependiendo, porque mi hija tenía una tarjeta de prepago, aunque nunca se iba a quedar sin saldo. Pero esa tarde no daba toque ninguno. Y eso es lo que nos puso en alerta, porque la costumbre es la costumbre, la teníamos enseñada así y su hora de llegar eran las 22.30 horas, pero siempre me iba dando toques para saber que estaba bien. Hoy en día se manda un wasap, pero antes se daban toques.
—¿Cuándo te empiezas a temer lo peor: cuando vas a la casa de León XIII?
—No, a mí sinceramente no se me pasaba por la cabeza un asesinato. Yo pensaba en un accidente de moto, algo extraño…. pero no que la hubieran podido secuestrar o asesinar. Yo fui a los hospitales, llamé a muchos para ver si me daban información, fui a la Policía Local… A casa de Miguel fui porque me lo dijo mi mujer, pero no sabía que Miguel vivía allí con el hermano, ni que el hermano vivía allí... Para mí que estaba desaparecida pero por un accidente, un atropello o una caída de la moto.
—¿Cuándo chocas con la realidad? ¿Cuando la policía encuentra sangre en la cazadora de Miguel?
—Sí, cuando me llama el Delegado del Gobierno y me dice que Miguel ha confesado y que la mató con un cenicero, y que la subió a un moto en compañía de Samuel y la llevaron al río. Confiesa el asesinato, ya que la versión sea más o menos creíble… Me dijeron claramente que mi hija estaba muerta y que Miguel era el culpable.
—Las versiones posteriores apuntan a una violación, a que la acuchillaron con una navaja… ¿Crees que fue para revolver entre ellos?
—Esto lo dice Miguel cuando ya está en la cárcel y alguien le aconseja que diga que la han violado para así evitar el jurado popular, que después tampoco se llevó por un jurado popular, se podía haber llevado, de hecho recurrimos al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, no nos dieron la razón y no sabemos por qué, porque la ley decía que si no había habido agresión sexual, esto habría ido por un jurado popular, pero como la sociedad estaba como estaba, entendieron que era mejor hacerlo por un jurado profesional... Pero esa versión de la violación, no sé como se la creyó ni mi abogado… Si lo hemos visto en televisión la recreación y eso no se lo cree nadie. Sin embargo, ahí está…
—Como lo de la navaja.
—También, fue para darle credibilidad a la versión de la violación. Alguien se acuerda de que un día en algún momento esa navaja está allí porque se le cae, no pueden cogerla, o la tiran, o alguien la tira... O desde la calle coge la navaja y la tira.
—¿Cómo recuerdas esa noche?
—Eva y mis hijas estaban en el sofá, y yo me la pasé en la calle buscando. Hacia un lado, hacia otro, viendo dónde había chavales y preguntando si alguien la había visto. Dando vueltas por la ciudad.
—En esas primeras horas, tú adviertes a la Policía… ¿te quedaste insatisfecho de la actuación policial?
—Sí, creo que a las dos de la mañana pongo la primera denuncia. El agente que me atiende lo primero que me dice es que con 17 años estaría de fiesta por ahí, que era sábado, y que ya aparecería, que igual se había quedado a dormir en casa de una amiga. Ahí me di cuenta de que nadie iba a empezar a buscar.
—¿Si te hubieran hecho más caso, hoy sabrías dónde está el cuerpo de Marta?
—Posiblemente sí, porque a esa hora había movimiento en casa del hermano de Miguel, era más o menos cuando fueron los amigos, sobre esa hora o un poquito más tarde… Si yo llego a tener la certeza aquella noche o la posibilidad de entrar, entro, pero es que yo no sabía ni que allí vivía alguien.
—Porque cuando te acercas a León XIII en ningún momento te planteas, no sé, tirar la puerta abajo.
—No, porque todo estaba oscuro, parecía que no había nadie, no me contestaban, yo no sabía que allí vivía nadie, mi mujer me dijo que allí estaba el hermano, pero estaba todo oscuro, nadie abría la puerta o contestaba…
—Eva dice en el documental que ella tiene asumida la muerte de Marta, pero que tú….
—Bueno, yo hasta que no veo las cosas, soy muy reticente a todo. Yo hasta que no la encuentre, a mí en la cabeza me cabe de todo, porque eso es lo malo de los desaparecidos…
—¿Incluso que pueda llegar a estar viva?
—Yo no digo estar viva, digo que no cierro la puerta a nada, porque primero tengo que verlo, cuando vea los restos de mi hija, y el ADN que me confirme que es ella, entonces ya cerraré todas las puertas, pero mientras tanto no cierro ninguna.
—Ninguna es asumir….
—Nada, no quiero decir la frase que estás esperando que diga, no cierro ninguna puerta.
—No tener el cuerpo, ¿hace que sea imposible superar lo que pasó?
—Sí, claro que sí, por eso te estoy diciendo no puedo cerrar ninguna puerta hasta que no lo veo con mis ojos.
—Hay que tirar pa´lante porque hay otras dos hermanas…
—Claro, es la lucha que llevamos, pero ahí estamos, yo no voy a dejar de buscarla. Algún día tendré que cerrar la puerta, pero no sé cuando, ojalá sea lo antes posible.
—Hay dos juicios, el de menores y de adultos, según uno los hechos son unos, según el otro, otros, cuando a priori están juzgando lo mismo.
—Ese el sistema judicial que tenemos, que no es entendible. Porque se puede hacer un solo juicio, y si hay que ponerle un cuarto reservado al menor o que salgan los demás imputados… pero es que lo que hay ahora no tiene lógica. Es el único sitio del mundo donde ocurren este tipo de cosas. Yo he visto en otros países donde ha pasado, y al menor se le juzga en el mismo juicio que los adultos, aunque luego se le ponga una pena correspondiente a la ley del menor.
—A raíz de este documental, se han entregado nuevas pruebas con datos de las localizaciones de los teléfonos móviles … algo en lo que nadie había caído.
—El equipo de Netflix se ha dado cuenta de esta posibilidad, yo no había caído, no sé actualmente la tecnología que hay, no estoy en ese mundo… Nosotros hemos intentado muchas veces si se podían aclarar las imágenes de la cámara de seguridad de donde vivía el hermano de Miguel, pero lo de los teléfonos no lo habíamos pensado. Ha sido el equipo de Netflix el que ha dado con esa tecnología, y el juez ha aceptado las pruebas.
—¿Confías en que aparezca el cuerpo?
—Sí, confío. Tardará más o menos, pero esa confianza a mí no me la va a quitar nadie. Seguiré buscando en los lugares donde tengan una lógica, que no me hablen de que está en Barcelona o Vigo, pero todo lo que tenga una lógica buscaré y se lo entregaré a la Policía.
—Doce años después la luz de la cocina de vuestra casa sigue encendida…
—Todas las noches queda encendida, y cuando me voy de casa, también. Sea verano, vacaciones, fin de semana, puente... Queda encendida todas las noches del año.
—Es como un faro.
—Es un faro, es la ventana por la que veía venir a mi hija, y sigue… hasta que la encuentre.