El espíritu de reconciliación
«Santana, ya sabe usted que, a veces, pagan justos por pecadores». Es lo que Franco le dijo al tenista en una audiencia en El Pardo, tras ganar Wimbledon. Siempre que le recordaban que el franquismo encarceló muchos años a su padre, el excepcional deportista español contaba esa visita a Franco, y rememoraba el espíritu de reconciliación y perdón que, a través de su madre, imperó en su familia, pese a las injusticias de la Guerra Civil, una de ellas manifestada en la figura de su padre. Creo que en la muerte de Manolo Santana deberíamos reflexionar sobre esas leyes de memoria histórica que significan lo contrario al espíritu de reconciliación que tantas y tantas familias, como la de Santana, inculcaron en sus hijos. Que ahora vengan los nietos y bisnietos a desbaratar ese espíritu es un sinsentido. José Luis Gardón.
Las luces de Navidad de Vigo colapsarán urgencias
Vivir en Vigo en Navidad no es igual que cuando llegué a esta ciudad en el año 2009. El mes de diciembre estaba destinado para ocupar plazas, la de la Constitución fundamentalmente, tomarse las cañas y brindar por el nuevo año. Las compras se hacían en la calle Príncipe con ese rumor de la gente con prisa, risas; esquivando a los captadores de dinero: las ONG fundamentalmente, que aprovechan esos corazones que se vuelven más solidarios en estas fechas de final del ejercicio.
Pues nada de esto es ya así desde hace unos cuatro años. Lo que también hace pensar en que para que consideremos «tradición» una actividad que hagamos en una ciudad, pueblo o aldea lo de cuatro años es poco tiempo, aunque lo del tiempo es relativo, y ocurre que nos obligan a aprovechar el momento porque eso aporta dinero. Ya no vamos al centro a brindar desde noviembre, imposible con todo hasta la bandera; «seguimos en pandemia», le decimos a los amigos de nuestra pandilla, aunque en realidad sabemos que no hemos dejado de brindar en el centro por el covid. Pero lo peor de las Navidades en Vigo es que, si permaneces más de dos horas con un altavoz encima de tu cabeza con la canción de Mariah Carey, acompañada de mezclas de diferentes villancicos y esas luces que se encienden y apagan de la noria, terminas en el servicio de urgencias pidiendo a gritos (porque te has quedado un poco más sorda después del empacho musical) si tienen algo para el grunch de la Navidad que acabas de descubrir que existe dentro de ti: irritabilidad, alergia a las luces leds y un extraño sarpullido cada vez que escuchas: “All I want for Christmas is You”. Carmen M. Díaz Rial. Vigo.
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