La figurita

Luis Ferrer i Balsebre
luis ferrer i balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

ISABEL INFANTES - EUROPA PRESS

16 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hacía años que no celebraba los festejos navideños ni escribía la carta a los Reyes Magos. Únicamente se reunía con su hermano y su cuñada el día de Reyes para merendar el roscón. En realidad, eran pocas las salidas que hacía de su casa y pocas las veces que apartaba la vista del ordenador para salir al aire libre.

 Todos los años encargaba un roscón de kilo en la pastelería La Sorpresa, que quedaba a dos manzanas de su piso, y todos los años se planteaba la duda de si comprarlo con fruta escarchada o sin ella, relleno o a pelo, pero siempre acababa encargándolo sin fruta y sin relleno, que era como realmente le gustaba.

La rutina establecida era recogerlo por la mañana y antes de comer hacía una pequeña cata con un café con leche en espera de darle fin en la merienda.

Lo recogió temprano para evitar virus y gentío, entró en la pastelería con una mascarilla negra que, contrastando con su color pálido informático, le daba un aspecto draculino. Lo recogió, pagó y se fue para casa a tomarse el café despotricando de los dos parroquianos madrugadores que se cruzó acompañados de una niña en patinete.

Partió una pequeña porción dispuesto a ahogarla en el café cuando escuchó un ruido raro, acercó la oreja y oyó: «Pofavó... Afuda... Faquemé deafí». Miró asombrado el bollo, lo apretó y la voz sonó más fuerte: «¡Ay! ¡Foder! Mafedaño». Hundió el índice en la masa a modo de garfio y sacó una figurita del rey negro envuelta en papel film.

Ya liberado, el rey comenzó a sacudirse los armiños hasta que quedó reluciente. «¿Pero usted quién es y qué hace ahí?», preguntó incrédulo. «¿A ti qué te parece? Hoy es día de Reyes, soy negro y voy vestido de rey, blanco y en roscón ¿no?».

¿Pepepero, qué dice?, los Reyes Magos no existen, usted solo es una figurita y nada más. Yo no creo en los Reyes Magos y cuando creía nunca me trajeron lo que quería, replicó.

La figurita le miró entornando los ojos y murmuró: «La historia no es más que viejos errores cometidos por gente nueva como tú que no cree en nada. Si no te trajimos lo que querías es para que aprendieras a querer lo que tenías, pero veo que no te ha servido de nada».

Cogió la figurita, le sostuvo la mirada desafiante y concluyó: «Ya, pues no seré yo quién pague el roscón este año porque usted se haya metido aquí y me suelte sermones». Lo incrustó en el bollo, mojó generosamente el café y se lo engulló. ¡Aprender a querer lo que se tiene! ¡Bobadas de reyes!