De natural andábamos levemente alicaídos en nuestra autoestima, ejercitando nuestra tradicional melancolía. Tal vez la pandemia estuviera en el origen reciente de nuestro estado de ánimo colectivo. Nos estimulaban con eslóganes comerciales para que «viviéramos como galegos» subrayando una identidad propia y netamente diferenciada.
Pero tuvo que ser un aturuxo escuchado desde una pantalla y que entró en los hogares, en todos los televisores de Galicia, el que nos «despertó do teu sono». Y aquel grito atávico que formaba parte de una canción enraizada en nuestra memoria de pueblo nos movilizó y fueron Tanxugueiras las encargadas de devolvernos, por una semana al menos, nuestra maltrecha autoestima.
Hubiera sido un milagro que Terra, la canción icono, el nuevo santo y seña de los gallegos, fuese el tema musical que representara a España en Turín. Estuvimos cerca, pero, como sucede casi siempre, no pudo ser. Un 70 % del voto popular lo avaló frente a un 4 % que totalizó la ganadora. La «democracia digital», la de «a dedo», sigue funcionando como en los viejos tiempos.
La canción de Tanxu —los modernos abrevian el nombre del trío— es una propuesta épica que bien podía haber sido la banda sonora de la próxima temporada de Juego de Tronos. Una explosión de sonido penetrante que nos ofrece un viaje a las raíces de quienes somos; un himno de los nuevos tiempos viejos, eso que se ha dado en llamar modernidad sonora, que se inscribe de lleno en el catalogo musical que agrupa las bandas sonoras (Tamara, Andrés do Barro, Leilía, Luar na Lubre, Sés, Madialeva...) de nuestra melancolía.
Ganó una propuesta escénica entre la contorsión circense y el perreo de discoteca, que sonaba a la música reiterada de los coches de choque de las atracciones de feria. Pero el fenómeno sociológico de Tanxugueiras recorrió como un escalofrío el corazón de todos los gallegos, los de dentro y los de fuera. Ganamos con creces, y ganamos todos los gallegos que vimos cómo nuestra autoestima, nuestro orgullo de ser, nuestro sentido de pertenencia crecieron, como van creciendo los días primeros de febrero hacia la primavera presentida.