Aún es pronto para valorar la magnitud del impacto de la guerra en Ucrania sobre la recuperación de la economía, ya que dependerá de cuánto dure el conflicto y de si se materializan los peores riesgos.
De prolongarse la guerra, la principal y más directa vía de impacto sobre la economía española sería a través de los precios energéticos, que se situarían en niveles elevados durante un tiempo prolongado. A esto hay que añadir el encarecimiento de los cereales, de los que los países implicados son grandes productores.
El consiguiente deterioro de la capacidad adquisitiva de los consumidores y de los márgenes empresariales supondrá un freno a la recuperación, cuya magnitud dependerá del alcance y duración de dichas subidas de precios. El peor escenario sería que en algún momento se produjera una interrupción en el suministro de gas hacia Europa.
Otra vía de transmisión es la derivada de la interrupción de los flujos comerciales tanto con Rusia, como consecuencia de las sanciones, como con Ucrania. No obstante, el grado de exposición de nuestro país a dichas economías es reducido. Otros países europeos están algo más expuestos, y el impacto sobre estos repercutiría indirectamente sobre España, pero en general el daño por esta vía será reducido.
Por otra parte, el aumento de la incertidumbre afecta negativamente a la inversión. También a los tipos de interés, ya que provoca una huida hacia los activos seguros, y, en consecuencia, un incremento de las primas de riesgo de los países percibidos como menos solventes, situación a la que nuestro país es vulnerable. Por el momento esta vía no se ha materializado, pero en un escenario de endurecimiento del conflicto y de agravamiento de las tensiones en los mercados energéticos sin duda habría repercusiones en este ámbito.
Finalmente, una inflación más elevada por un tiempo prolongado aumenta el riesgo de desencadenar una espiral inflacionista que podría obligar al Banco Central Europeo a acelerar el endurecimiento de su política monetaria, aunque esto dependerá de la prioridad que otorgue la institución al control de la inflación frente al impacto sobre la actividad.
Por el lado positivo, contamos con los fondos europeos y el sobreahorro acumulado por las familias, factores que pueden ofrecer un colchón importante. La normalización del turismo internacional puede ralentizarse, pero seguirá avanzando.
En suma, la guerra puede frenar la recuperación en una magnitud todavía difícil de estimar, pero una recesión es improbable.