Masculinización y revalorización salarial
OPINIÓN
El caldo más memorable lo tomé en la infancia, lo hacía Otilia y lo tomaba casi sin respirar, de un tirón, es mi magdalena de Proust. Otilia, quien lo cocinaba con oficio y cariño, no tenía sueldo y solo obtuvo una pensión no contributiva, después de mucho pelear. Ella, como muchas gallegas, se partió el lomo dentro y fuera de casa, trabajo nunca le faltó, pero sueldo sí.
La primera lección que le doy a las personas que hacen prácticas en mi empresa es que nunca regalen su trabajo, que cuando quieran hacer un obsequio sea con algo distinto a aquello que es su medio de vida. La mayoría de las mujeres llevan cientos de años cocinando, cosiendo y cuidando a la familia sin percibir un sueldo. Es, prácticamente, un consenso cultural difícil de cambiar y la sociedad está acostumbrada a no pagar ni cotizar por su trabajo.
A principios de febrero, organizado por las ingenieras Susana Ladra y Verónica Bolón, de la UDC, en colaboración con la Universidad de Deusto, asistí a una jornada de formación de mentores en el Citic. Los voluntarios que asistimos nos encargaremos de realizar tutorías en colegios de ESO para inspirar, en las niñas, vocaciones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Se parte de la base de que rompiendo las barreras culturales y de autopercepción las mujeres se interesarán más por este tipo de carreras que están muy bien pagadas y con amplia demanda actualmente.
Hace tiempo que se busca estimular a las niñas para que elijan estudios técnicos, mejor considerados y valorados por la comunidad, y así acabar con la brecha de género, pero corremos el riesgo de que pase con STEM lo que ocurrió con la carrera de Medicina, una de las profesiones más valoradas durante cientos de años y que todavía exige una alta nota de corte para ingresar, pero que ha ido perdiendo valor salarial. Los médicos tienen cada vez menos sueldo y ese cambio coincide, curiosamente, con la feminización de la profesión. En el 2017, último dato que recoge la OCDE, los médicos de atención primaria ganaron de media aproximadamente unos 59.000 euros anuales, un 20 % menos que en el 2011, cuando sus ingresos anuales rondaban los 73.110 euros al año. El número de mujeres colegiadas en el 2017, por primera vez en la historia de España, superaba al de hombres al situarse en 127.979 colegiadas, por los 125.817 colegiados, según reflejan los datos del INE.
Justo lo contrario que pasa con la profesión de cocinero. A medida que los hombres acceden al oficio, este se valoriza. Los chefs hombres cobran hasta un 28 % más que las chefs mujeres. En la última edición de los Premios Gastronómicos James Beard, solo 30 de 211 finalistas eran mujeres. Los de alta cocina pueden llegar a cobrar entre 5.000 y 7.000 euros al mes, la misma cifra que cobraba un médico hace diez años. Quizá si convencemos a muchas niñas de que se conviertan en programadoras, lejos de acabar con la brecha de género conseguiremos que los salarios les bajen a todos. Por el contrario, intuyo que si se masculinizan las profesiones más devaluadas es posible que se revaloricen los sueldos.