Esperanza para la juventud

Cristina Gufé LICENCIADA EN FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Y ESCRITORA

OPINIÓN

ALESSANDRO GUERRA | EFE

24 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Las personas nacidas alrededor del cambio de siglo han tenido que acusar graves crisis que ha vivido la humanidad: economía, cambio climático… Se vieron obligadas a experimentar confinamiento por causa de una epidemia; tal vez la pérdida de seres queridos. Ahora asisten al estallido de una guerra en Europa. No podemos calcular la percepción del mundo que van a tener estos jóvenes, en particular los de temperamento altamente sensible.

Hemos de decirles que la única posibilidad de que las existencias no se derrumben es que ellos luchen, todavía más de lo que hemos hecho los mayores, y que no caigan en la tentación del desánimo porque todo sería aún peor. A cambio del esfuerzo que les pedimos, les ofrecemos el conocimiento de la historia que deben alcanzar por ellos mismos, y, sobre todo, el refugio en la cultura, que es generativa y una fuente en la que bañarse como en un balneario abierto a nuestro disfrute y recreación. Deben realizar sus aportaciones en el arte y en mil cosas más; adquirir el saber de lo que otros lograron. Han de emplear horas en la lectura, aunque se ganen la vida como recogepelotas en una pista de tenis. Verán que la vida es un partido donde muchas veces se pierde, pero también se puede intentar ser el mejor en aquello que hacemos; el que menos se entristece. No podemos darles soluciones que no tenemos, pero sí invitarles a pensar mejor, defender valores, calcular las consecuencias de sus acciones, y advertirles de que sus cuerpos no volverán a tener el mismo esplendor, tampoco sus mentes: ahí deben hallar la fuente de la energía; que contemplen la tersura de la piel, que se miren al espejo y palpen en él la juventud. Los seres vivos se deterioran, pero cada uno de nosotros hacemos historia: en la familia, el trabajo y la cultura que se conserva para los que llegan después.

No podemos darles esperanza porque la realidad es un enigma que a todos nos inquieta; el ser humano, otra incógnita por su capacidad de reproducir el mal. Los mayores, a veces, están desconcertados porque el tiempo les ha obligado a soportar más dolor. Solo podemos recordarles a los jóvenes que la esperanza depende de su capacidad, esfuerzo y talento. Legamos la cultura creada por los que han trabajado por el bien y la belleza y que está a la espera de las aportaciones de las nuevas generaciones que llegan inocentes, con flores en las manos. La humanidad les aguarda. No podemos darles esperanza porque la esperanza son ellos.