La ruptura unilateral de relaciones entre Argelia y España anunciada esta semana por el Gobierno argelino es, probablemente, el hecho más grave en la política exterior española de las dos últimas décadas. No puede tratarse como una disputa cualquiera ni como una cuestión de simples rencillas tras el respaldo de España al plan de Marruecos de autonomía del Sáhara Occidental. Es mucho más que esto: se ha roto el equilibrio inestable que España ha tenido en las últimas cinco décadas con dos vecinos del sur muy incómodos, poco fiables y posicionados aún hoy cada uno en un extremo de lo que fueron las tensiones de la Guerra Fría.
Este escenario tendrá consecuencias relevantes tanto a corto como a largo plazo. Pero si hay un elemento fundamental en juego es la estabilidad y suficiencia a medio plazo del suministro de gas natural canalizado hacia España y, entre otras derivadas, la posición de una compañía estratégica para el sistema energético nacional como Naturgy (la fusión de Unión Fenosa y Gas Natural). Aunque la suspensión de los acuerdos de amistad y de inversión entre Argelia y España (que no comerciales, ya que esto sería competencia europea) no afecta a la vigencia del contrato del gas, sí supondrá un cambio sustancial en cuestiones como el precio y los volúmenes.
El precio actual (en torno a 45 euros/MWh) es sustancialmente más bajo que el precio Mibgas a 2023 (en torno a 75 euros/MWh). Si bien se tenía que producir una revisión de precio, no es lo mismo hacerlo bajo un clima de confianza que hacerlo bajo un ambiente claramente hostil, habiendo cerrado un acuerdo estable y de futuro con Italia como sustitución del papel que jugaba España, y más aún viendo que España ha roto la neutralidad de las últimas décadas apoyando a Marruecos.
En este sentido, hemos colocado en una situación de alto riesgo la estabilidad de un suministro imprescindible como el gas natural. Se ha producido una pérdida acelerada de peso del gas canalizado frente al gas licuado en las importaciones hasta sobrepasar el 54,5 % al cierre del 2021, protagonizada por Estados Unidos que se ha convertido en el principal suministrador individual de gas a España con GNL (11.138 GWh importados en marzo desde Argelia, frente a 16.264 GWh de EE.UU.)
Aparte del diferencial de precios entre las dos modalidades de gas, el conflicto con Argelia genera, por un lado, riesgos de inestabilidad de suministro en el momento en que EE.UU. pueda decidir a medio plazo cerrar el grifo del gas ante problemas en sus reservas estratégicas. Pero, por otro lado, España pierde definitivamente su oportunidad de ser el hub gasista que necesita Europa, dada la posición de Argelia con respecto a los gasoductos provenientes de Nigeria.
Y, en medio de todo esto, está Naturgy. Tras meses convulsos después del fracaso de la opa de IFM y los planes de trocear la compañía, se encuentra en un momento crítico en su relación con Sonatrach: no solo comparten el accionariado del Medgaz, sino que es accionista de Naturgy con un 3,85 %. Es necesario tomar conciencia de este problema y actuar para defender unos activos estratégicos para España como estos.