La guerra sistémica inacabada
OPINIÓN
Tras casi medio año de guerra desde que se produjo la invasión rusa de Ucrania, ha transcurrido el tiempo suficiente para constatar varios hechos. El primero es que la mayoría de los analistas y estrategas que creíamos que el Kremlin no cometería el error de invadir Ucrania, nos equivocamos. En segundo lugar, que la estrategia militar inicialmente aplicada por el Estado Mayor ruso no dio los resultados esperados y obligó a una modificación operacional sustantiva. Tercero, que la reacción estratégica, diplomática y económica de Estados Unidos, los países europeos y terceras potencias regionales, como Japón o Australia, ha sido mucho más unánime y asertiva de lo que esperaban los dirigentes rusos, fortaleciendo la OTAN con nuevos aliados. Por último, los vaticinios sobre una blitzkrieg o guerra relámpago han dado paso a la realidad de una guerra de desgaste de una duración imprevisible.
Sabemos que solo hay dos formas de concluir las guerras. La fórmula militar, basada en la victoria de las tropas de algún beligerante con la paralela derrota de sus enemigos, y la fórmula política, mediante la negociación de un acuerdo de paz entre todos los beligerantes, que solo podrá prosperar cuando todos ellos hayan llegado al convencimiento de que no pueden ganar militarmente la guerra.
En las condiciones actuales del conflicto, los limitados avances territoriales de las tropas rusas en el Dombás se producen con un elevado desgaste humano y material, sin que concedan una ventaja estratégica decisiva para derrotar a las tropas ucranianas. Por su parte, estas también asumen pérdidas también muy cuantiosas, pero luchan por su país y gozan de un decisivo apoyo militar exterior que, si bien no les permite derrotar al Ejército ruso, les garantiza no ser derrotadas.
Por tanto, la única solución posible a la guerra será la negociación de un acuerdo de paz, para el que todavía no están preparados ni rusos ni ucranianos. Los primeros consideran que la negociación del acuerdo debe realizarse cuando tengan, mediante la ocupación militar, el control efectivo de la mayor parte del Dombás y hayan logrado articular una administración civil capaz de gestionar sus territorios y poblaciones.
Por su parte, el Gobierno de Zelenski todavía estima que puede revertir el control de una parte significativa del Dombás y con ello impedir un acuerdo de paz que implique la pérdida de ambas regiones y su anexión por Rusia. Y que perciben más como una rendición que como una solución a la guerra.
En los próximos meses hará su aparición el general invierno, lo que afectará a las operaciones militares y pondrá a prueba la resistencia económica y energética de Ucrania y la Unión Europea, de una parte, y la voluntad del pueblo ruso para mantener una guerra sin triunfos militares.
El reciente acuerdo, alcanzado gracia a la mediación turca, para exportar el cereal ucraniano, demuestra que la solución política es posible, solo que todavía no ha llegado el momento para que las dos partes recurran a ella.