En marzo del 2014, Rusia se anexionó la península ucraniana de Crimea, y ahora todo parece indicar que quiere hacer lo mismo con el 15 % del territorio de Ucrania que, tras la confrontación bélica, figura como tierra conquistada.
Y ante todo esto, ¿qué dice o hace la ONU? En la sesión extraordinaria de ministros de Exteriores del Consejo de la Seguridad de este organismo, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, dijo una obviedad: «Un hombre eligió esta guerra, y un hombre puede acabarla. Porque si Rusia deja de pelear, la guerra se acaba. Pero si Ucrania deja de pelear, se acaba Ucrania». Sonó como si se refugiase en una retórica elemental, cuando ya Rusia está a punto de consumar la anexión mediante una supuesta y fraudulenta consulta popular. Es decir, lo mismo que hizo en Crimea.
¿Qué cabe decir de lo anterior? El fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, le indicó al Consejo de Seguridad que existen «bases razonables» para sospechar que se han perpetrado crímenes de guerra en Ucrania que corresponderían a la jurisdicción de ese tribunal, que tiene su sede en La Haya. Sus investigaciones se centrarán en el traslado forzoso de población de Ucrania a Rusia. Según cálculos de EE.UU., las autoridades rusas habrían «interrogado, detenido y deportado a la fuerza a 1,6 millones de ucranianos al país vecino desde que comenzó el asalto».
La idea de que Rusia tiene a todo el mundo en contra tampoco es exacta, porque ¿qué ha querido decir el ministro chino de Asuntos Exteriores cuando reiteró la oposición de su Gobierno a la imposición de sanciones «arbitrarias»?
La realidad de que el mundo occidental apoya a Ucrania está sustentada por hechos ciertos, pero se ignora si serán suficientes. Quizá por ello, y por la determinación del presidente ucraniano, habrá que seguir los pasos de una guerra que aún constituye una incógnita no despejada. Sabemos que los apoyos que recibe Ucrania tendrán una continuidad sustantiva. Pero los zarpazos rusos seguirán mientras Putin pueda y sin tener en cuenta las protestas antibélicas que se produzcan en su propio país.