Si quitarle el capuchón a un bolígrafo es un arte, Ximo Puig es un artista. Más que sacárselo, es como si el presidente valenciano se dispusiese a fumarse el capuchón al estilo puro habano. O a triturarlo con su dentadura, lo cual es todo un símbolo, pues con el mismo gesto, un dos por uno en la era de la inflación galopante, acaba de triturar el hombre todo el argumentario socialista sobre el error garrafal del PP de lanzarse a una «subasta fiscal». A lo mejor a Ximo le pudo la presión de sus elecciones, que se celebran antes que las generales, ergo habrá pensado en clavar los dientes primero en la moqueta propia, y luego, si eso, ya mirará por la ajena, léase la Moncloa del querido compañero Pedro. Ximo Puig, que tiene apellido de marca de jabón, y jabón a Sánchez le ha dado un rato, ha tratado de justificar su deflatraición. Ya solo le falta culpar al cambio climático de que los idus de marzo se hayan trasladado a septiembre.