Reganosa se ha marcado como objetivo no dejar de exprimir desde Galicia y para Galicia todas las oportunidades que ofrece el sector de las energías renovables, pilar del último proceso de transformación en el que está inmersa. Nació en el seno de los fósiles, trayendo a la comunidad el gas natural licuado del que carecía, pero ahora está volcada en varios proyectos verdes encaminados a favorecer la descarbonización y la economía circular. La compañía presume de su conocimiento del territorio para lanzar inversiones que además plantea siempre desde la alianza con otras firmas y con la seña de la colaboración público-privada como bandera.
Tras el proceso de internacionalización emprendido en el 2015, la empresa abandera la construcción de una planta de hidrógeno verde y otra de tratamiento de purines para su conversión, entre otros, en biogás. No es casualidad que ambos proyectos vayan a localizarse en zonas cero de la transición energética: As Pontes y Meirama, en donde se ha comprometido a favorecer la contratación local. Pero los esfuerzos por situar a este territorio en la vanguardia de las áreas geográficas que apuesten por la autosuficiencia energética a través de las fuentes renovables no será eficaz si no van acompañados del despliegue de las infraestructuras por las que no solo vehicule la producción en la comunidad, sino que se dé salida hacia Europa. Los responsables de Reganosa están ya desplegando esfuerzos para que se dé luz verde al hidroducto Guitiriz-Zamora, vía imprescindible para que todo ese potencial verde que quiere exprimir Galicia pueda contribuir a que España alcance también los objetivos de generación con cero emisiones marcado por Europa para el 2050.