El repugnante episodio de la manada de universitarios del Colegio Mayor Elías Ahuja, emitiendo alaridos a las universitarias del centro de enfrente, con ser inaceptable, no es lo peor de este vergonzoso suceso machista y misógino. Una semana después de conocerse el cumplimiento de la llamada «tradición colegial», se siguen sucediendo las reflexiones sobre tal comportamiento desde todos los ámbitos de nuestra sociedad. Y lo más preocupante, aún más si cabe, es que muchas de ellas son impropias de este tiempo y de un país civilizado.
La reacción de las que deberían de considerase insultadas y vejadas resulta incalificable. «No nos sentimos ofendidas y son nuestros amigos», dijeron las jóvenes de quienes les llamaron zorras, conejas, ninfómanas y putas. Acompañando los calificativos con saludos hitlerianos y sonidos de animales como en las berreas, donde las reses manifiestan el poder de los machos. Y las chicas apelan a la tradición que se lleva a cabo cada inicio de curso. Las tradiciones hay que mantenerlas, piensan ellas, por lo que sería bueno, pienso yo, recuperar el derecho de pernada, que en su tiempo fue una práctica muy considerada y habitual. Por los señoritos, claro.
Pero incluso es peor que una parte de esa tribu de ilustrados y eruditos, integrada por columnistas, tertulianos y todólogos varios, que crean opinión, se haya lanzado en defensa de los niñatos. Con argumentos tan sólidos como que los políticos se suman a la cacería sin conocer las claves. Que las palabras se sacaron de contexto. Que no es un delito de odio. Que los insultos y agresiones verbales son síntomas de los tiempos actuales por culpa del Gobierno. Que la izquierda aplica un doble rasero en las condenas. Y que estamos ante una cortina de humo para ocultar leyes ideológicas.
Subiendo la apuesta, si es posible subirla, desde una institución, la Comunidad de Madrid, su presidenta Díaz Ayuso evitó criticar a los alumnos, cuestionando a la Fiscalía por investigar lo ocurrido. Eso, pese a que minutos antes el líder de su partido Núñez Feijoo calificara de inadmisible lo hecho por los colegiales, invitándolos a salir de la caverna.
Y es que en cuestiones de respeto a la dignidad de la mujer, este país sigue oculto en la caverna. Porque hablamos de jóvenes universitarios de familias acomodadas, que formarán las élites del país. Pero hablamos, también de creadores de opinión y representantes públicos a los que llevamos a las instituciones.
No le demos más vueltas al asunto. Las palabras expresan las emociones personales. No hay nada que manifieste mejor la forma de pensar. Y lo que los borjamaris piensan es lo que dijeron. Exactamente. Y ese comportamiento miserable denota falta de respeto y odio hacia la mujer. A la vez que anuncia un serio peligro. El de que el día que ocupen puestos de responsabilidad lo lleven a la práctica.
Por eso tenemos ante nosotros un futuro preocupante. Muy preocupante.