Pues parece que sí había alguien capaz de hacerlo peor que Boris Johnson. Responde al nombre de Liz Truss, y en este instante sale de Westminster en un coche que no se ha convertido en calabaza de milagro. Diríase que a la mujer le quedan como primera ministra dos telediarios de la BBC. Su rictus no invita al optimismo: alguien podría pensar que la policía está conduciendo al cuartelillo más cercano a una sospechosa habitual. En unas horas, el mundo sabrá que la valoración que hace el pueblo británico sobre la gestión de esta premier está alcanzando niveles de fosa abisal. Unos días más en el 10 de Downing Street, y el partido tory se llamará Ciudadanos. Quién sabe si en lugar de dirigirse a casa, Truss no se haya puesto a peinar las calles de Londres, a ver si se le aparece un tal José Félix Tezanos. Este hombre milagros no hará, pero al menos cae bien en el estómago de quien le paga. Que cocinando encuestas no tiene precio lo saben hasta en el Reino Unido.