Con cáncer y metástasis y yendo cinco veces a urgencias en 72 horas

Cartas al director
Cartas al director CARTAS AL DIRECTOR

OPINIÓN

CESAR QUIAN

19 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

 ¿Y el tac de mi madre?

Es así de sencillo, así de duro, así de real: el reloj no para de contar para un paciente oncológico que depende de un tac para conocer el avance de su enfermedad. Me solidarizo completamente con Lucía Rodríguez, de A Coruña, con su carta del 11 de octubre en la que contaba su caso y del que se hacía eco La Voz de Galicia posteriormente en un artículo de Alberto Mahía. Y se trata solo de la punta de un indignante iceberg, porque esto pasa constantemente y con muchos pacientes y desde hace demasiado tiempo. Pueden pensar que hablo desde las gradas, pero no. Un día del verano del 2021, por enésima vez, la doctora de cabecera le decía a mi madre que ese bulto en la ingle no tenía importancia, que si le dolía que tomase paracetamol y que lo fuese controlando (mi madre tuvo cáncer de colon en esa zona hace 10 años, y hacía unos meses que le habían hecho colonoscopia por aumento de marcadores, pero ni aún así). La semana siguiente, otra doctora (sustituía a la habitual) la examina y la envía inmediatamente en ambulancia al Chuac. Y qué sorpresa: lesiones compatibles con cáncer de colon recidivante, metástasis pulmonar y cáncer de riñón. Tardan un mes en hacerle el tac (esto debe ser la vía semirrápida), biopsias, etcétera. y confirman diagnóstico: estadio cuatro, no se puede operar. Inician su protocolo y tardan 4 meses en ponerle el primer tratamiento. A principios del 2022 mi madre se siente completamente desorientada, resulta que, entre oncología, urgencias y cabecera, cada profesional le ha ido recetando medicación sin consultar la medicación que le pautaban las otras unidades. Resultado: sobremedicación. Seguimos. Llega el primer tac de control. Bueno, en realidad no llega, hay que reclamarlo, y le hacen el tac con el retraso habitual. Siguen confirmando que no es operable, el tratamiento irá para largo así que hay que ponerle un port a cath (un reservorio) para no seguir con la quimio por el sistema de pic. La mandan para casa sin ninguna instrucción y listo. ¿Resultado? Complicaciones a los 2 días, visitas constantes a urgencias, el port a cath inflamado, inutilizable. Algunas enfermeras del Chuac le sacaron fotos porque nunca habían visto nada parecido Tras un mes de sufrimiento le quitan el port a cath. Por todo lo sufrido presentamos una reclamación al Sergas . Su respuesta literal fue: «Hemos visto que ya se lo han retirado, así que damos por concluida la reclamación». El tac de julio no se lo hacen. Ponemos otra reclamación y el Sergas ni siquiera responde. Incumple el plazo administrativo y se denuncia ante la Valedora do Pobo. A principios de septiembre del 2022 mi madre va cinco veces en 72 horas a Urgencias con fuerte dolor abdominal y vómitos. A la quinta vez queda ingresada. Ni así le hacen el tac, solo radiografías. Pero ahora viene la guinda del pastel. Mi madre queda ingresada en Cirugía Interna. Su caso llega hasta el cirujano digestivo que la operó del cáncer en el 2011. La trasladan a Cirugía Digestiva y le hacen el tac. El tumor ha crecido pero... le dicen: «Mire señora, que su tumor nos parece operable, tiene una suboclusión intestinal, de ahí los vómitos y el dolor. Pero al revisar su caso creemos que podemos extirparle el tumor». La operan el 22 de septiembre, le quitan el tumor principal (ese inoperable desde hacía 1 año), le solucionan la suboclusión intestinal, y hasta le arreglan una hernia que tenía derivada de la anterior operación. No le hacemos la ola al cirujano porque se merece un océano entero de olas, pero desde luego es el rey de la cirugía digestiva y el que ha salvado a mi madre (por segunda vez). Javier García. O Temple.

¿Están dejando solo al maquinista del Alvia?

No quiero ir en contra ni a favor de nadie en relación al juicio sobre el terrible accidente del tren Alvia en la curva de Angrois hace casi una década: no conocía a ningún viajero de ese fatídico día, ni tengo amigos ni familiares trabajando en el sector. Pero como usuario de transporte público en general, también del tren, solo me interesa la verdad por la cuenta que me tiene. La imagen del maquinista que tuvo el accidente, llorando, no se puede olvidar. Solo ante el peligro. Siento compasión por él. No seré quien diga que no tiene nada que ver en el accidente pero ¿es el único responsable? ¿Hasta qué punto? Supongo que no trabajará solo en una empresa pública con miles de empleados. ¿Quien inaugura obras antes de estar terminadas? ¿Quién pone las señales? ¿Quién responde a los sistemas de seguridad? ¿Quién hace las vías? ¿Quién es el responsable del mantenimiento? ¿Por qué se pusieron unas balizas después del accidente? ¿El accidente sería posible hoy en día?

Dejar solo al maquinista me parece una cobardía cívica y política. Para los supervivientes la vida ha cambiado. Por ejemplo, la del ingeniero informático que viajaba ese día, que dedicó todo su esfuerzo a averiguar todo sobre accidentes ferroviarios y en concreto, sobre el que le afectó a él y su familia. Creo que su versión es la más próxima a la verdad de lo que sucedió ese día. Una reflexión: los políticos llegan a más acuerdos de los que parecen, pero en la trastienda, en secreto. A veces con el silencio cómplice. José García Cortijo. Ferrol.