Ahora nos hallamos en medio del ataque global más prolongado que han sufrido los valores democráticos liberales desde la década de 1930». Quien hace este sombrío diagnóstico es Gideon Rachman, columnista jefe de asuntos internacionales del prestigioso Financial Times y uno de los analistas más influyentes de Europa, al que siguen atentamente en los centros de poder. En su libro La era de los líderes autoritarios (Crítica) asocia la regresión de la democracia en el mundo al ascenso de los hombres fuertes en las principales potencias. Pero no se limita a hablar de dictadores como Xi Jinping, que, en el reciente congreso del partido comunista, ha apuntalado su poder omnímodo, o de Putin, el arquetipo y modelo del hombre fuerte. Incluye también a dirigentes como Donald Trump, que mantiene intacta su influencia en el Partido Republicano pese a hechos tan graves como alentar el asalto al Capitolio, y que podría volver a la Casa Blanca. Figuran otros mandatarios que han llegado al poder a través de las urnas, como el indio Modi, el húngaro Orban, el turco Erdogan, el brasileño Bolsonaro o el mexicano López Obrador. Del propio Boris Johnson, ahora de vuelta, afirma que ha coqueteado con ese tipo de política. En su opinión, estos líderes autoritarios tienen varias características comunes: culto a la personalidad, nacionalismo, desprecio por el Estado de derecho, la afirmación de que representan al pueblo frente a las élites (populismo) y una política impulsada por el miedo y el nacionalismo. Y quieren aparecer como indispensables para salvar a la nación. Bien haríamos en tomar nota de esta advertencia para saber en qué mundo vivimos y a qué nos enfrentamos.