Somos unos ingenuos. Hace poco me recordó el rector de Salamanca nuestras esperanzas por modernizar la economía gracias al derecho europeo. Me remonté al 2010, debatiendo en esa universidad sobre cómo la directiva de servicios iba a facilitar la inversión y la competencia. Más de una década después todo sigue igual. Nadie conoce a alguien capaz de montar un negocio a través de la ventanilla única por aquélla prevista (www.eugo.es), ni siquiera una humilde granja-escuela, ya no digo una refinería. La burocracia electrónica, tan lesiva o más que la tradicional, transformó las ansiadas declaraciones responsables de los emprendedores en caprichosas autorizaciones. Así salimos año tras año en los informes internacionales sobre facilidades para invertir, no como Nueva Zelanda o Dinamarca, que pueden financiar el bienestar porque eliminan trámites retardatarios y costosos.
El rector salmantino, Ricardo Rivero, nos ilustró sobre el caos jurídico que condiciona la ejecución de los fondos europeos y se preguntó por qué medidas tan sensatas como crear una comisaría ni se trataron en España. También subrayó los riesgos que arrastramos y que incluso pueden provocar la devolución de lo mal invertido. Así, el retraso en la transposición de la directiva del alertador —whistleblower— que lucha contra los conflictos de intereses puede ser más problemático aquí que en los Estados que no han de rendir cuentas sobre esos fondos.
Portugal ya traspuso esa directiva el año pasado y está plenamente operativa. También encargó a un experto independiente, António Costa Silva, el diseño de su plan de recuperación económica, siéndole ofrecido luego el Ministerio de Economía y Mar. Algo así parece imposible entre nosotros, ocupados como estamos en no cumplir el Derecho europeo, pero sí en inventar leyes para parecer más modernos que nadie, mientras nuestras estructuras económicas se debilitan. Aquí gusta más la fachada que los sólidos cimientos. A fardar nadie nos gana en Europa.
Sin embargo, tenemos profesionales competentes y además sabios. ¿Por qué no se ha contado con ellos? Pues porque se busca más la fidelidad perruna de logreros que la natural lealtad patriótica de quienes pueden ayudar a mejorar la vida del país y de sus paisanos. La historia de siempre. Pero la oportunidad de estos fondos europeos no va a ser perpetua. La UE pudo idear una estrategia mejor, como invertir en la creación de universidades federales que compitiesen con Harvard y con Tsinghua, aunque optó por esto. Así que al menos hagámoslo en tiempo, forma y respetando el derecho de la Unión.