La amenaza se llama Isabel

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Marta Fernández Jara | EUROPAPRESS

09 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuentan desde los madriles que Alberto Núñez Feijoo está muy molesto con las arremetidas de los últimos días de Isabel Díaz Ayuso. Contra los médicos, el personal sanitario y, especialmente, contra el Gobierno de Sánchez. Y cuentan que el presidente de los populares ha recibido, allende los mares, mensajes de sus más allegados, sorprendidos por el elevado nerviosismo en que se encuentra la lideresa madrileña. De forma especial, parece ser, desde que Moreno Bonilla arrasó en Andalucía y lo sitúa como un difícil rival en sus aspiraciones.

A Núñez Feijoo le pasa lo que a Pedro Sánchez. Que duerme mal. Porque, al igual que al presidente del Gobierno, hay compañías de las que uno no puede desprenderse, aún a sabiendas de lo dañinas que resultan. Díaz Ayuso es un estorbo para el dirigente popular porque, precisamente en el momento en que aseguraba desde Argentina que «tensionar y crispar no dan resultado nunca» y pedía otra vez unos pactos de la Moncloa y el consenso que no tuvo en la renovación de cargos judiciales, Ayuso le destrozaba el discurso, alejándolo de su posición moderada.

Un alto cargo del PP llegó a asegurar que «ni Abascal diría esas cosas». Y es que Isabel ha ido tan lejos que se ha salido del mapa al acusar a Sánchez de querer «meter a la oposición en la cárcel como en Nicaragua», o haberse convertido en el Le Pen de la izquierda española, al tiempo que denunció el desprecio por las instituciones con el único fin de «perpetuarse en el poder». Y es que todo tiene un límite.

El primer problema que ha de resolver Núñez Feijoo no es el de captar al electorado descontento con los socialistas para llegar a la Moncloa, presentar un programa de Gobierno creíble o mostrarse como hombre de Estado. Lo prioritario para el presidente popular es acabar con las salidas de tono de la madrileña, que le viene marcando la agenda desde el primer día. Lo sabe porque se lo han dicho los barones de su partido y porque lo vive en carne propia.

Pero es que Ayuso tiene el convencimiento de que Feijoo llegó a Génova 13 porque ella así lo dispuso. Y, en esta línea de aquí mando yo, se justifican algunas de las decisiones del presidente del partido conservador, interpretadas como desautorizaciones. Se apresuró a filtrar que su opinión resultó decisiva en la marcha atrás del gallego en lo del Poder Judicial, aunque con anterioridad ya había discrepado abiertamente en otros asuntos de peso. Y así continúa. A la vista de que la campaña de acoso va en aumento, la incógnita es adivinar qué piensa hacer Feijoo.

Claro que cuando dijo en Buenos Aires que «tenemos el mayor riesgo de populismo en España en 40 años» lo mismo estaba enviando un mensaje al despacho de Sol. O le traicionó el subconsciente y pensaba en la última embestida de la madrileña, que no ceja en su estrategia de ser la lideresa popular. Y es que una cosa es ser el presidente y otra bien distinta, ser el líder.