Arrancan hoy en Catar los juegos de invierno del fútbol internacional, que han cambiado de estación para arrimarse al sol que más calienta. TVE va a emitir en abierto veinte partidos concentrados en apenas un mes. Pueden parecer escasos para los aficionados a los que cuatro años de espera se les hacen eternos. Sin embargo, suponen un calendario exigente para muchos futboleros del hemisferio norte que, a estas alturas del año, andan enfangados en la apremiante rutina del calendario laboral y los exámenes de la primera evaluación.
Con el Mundial 2022, el negocio del fútbol certifica algo de sobras conocido y que la docuserie Los entresijos de la FIFA corrobora en Netflix: que su objetivo es el beneficio a cualquier precio. Igual que adaptar el horario del clásico de la Liga española a otros husos horarios. Todo eso quedará eclipsado por la euforia del pitido inicial, por el ansia de comprobar si España sigue en el podio de las favoritas o si Messi levanta la Copa del Mundo en su último intento. Depositaremos la responsabilidad de los gestos simbólicos sobre los hombros de los cantantes que se han negado a actuar en un país donde los derechos humanos han sido borrados del mapa y ha muerto gente para levantar estadios rumbosos a destajo. Preferiremos olvidar que la tarjeta roja más letal está en el mando a distancia y es tan fácil como cambiar de canal.