La Navidad en la lejanía

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

Frank Hurley

25 dic 2022 . Actualizado a las 20:16 h.

La Nochebuena de 1911, el capitán Robert Falcon Scott estaba ya camino al Polo Sur, que quería ser el primero en alcanzar, pero cuando llegó se encontró que Roald Amundsen se le había adelantado por unos pocos días. El pobre Scott moriría en el camino de vuelta. En cambio, los hombres de Shackleton pasaron la Nochebuena de 1915 jugando al fútbol en una banquisa del mar de Weddell. Hacía pocos días que su barco, el Endurance, que llevaba ya muchos meses atrapado por el hielo, había desaparecido bajo las aguas heladas. Pese ello, gracias al tesón y al liderazgo de su capitán, sobrevivirían sin una sola baja.

También los daneses Ejnar Mikkelsen y Iver Iversen pasaron las Navidades de 1911 en Groenlandia, donde llevaban dos años aislados y abandonados, hasta que, pocos meses después, serían recatados por un ballenero.

Unos años antes, una compañía de soldados españoles pasaba la Nochebuena encerrada en una iglesia del pueblo de Beler, en la isla de Luzón, que estaba sitiado por las fuerzas filipinas armadas por los americanos. Fue la Navidad de los últimos de Filipinas.

Álvar Núñez Cabeza de Vaca pasó la Nochebuena de 1533 atado a un poste en una aldea india del sur de Norteamérica, y los niños al pasar le pegaban con un palo, algo que debía resultarles muy divertido.

A mí siempre me ha despertado la curiosidad la Nochebuena de los exploradores, aquellos que, en un lugar remoto del mundo, en soledad, piensan si allá en casa habrá alguien que esa noche se esté acordando de ellos.