La inocencia progresista

Nieves Lagares Diez EQUIPO DE INVESTIGACIONES POLÍTICAS DE LA USC

OPINIÓN

Kiko Huesca | EFE

29 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando eres la mayor de tres hermanos y te has cansado de oír a tu madre repetir que dos no discuten si una no quiere, al final acabas dándole la razón, aunque a veces te quede ese amargo regusto de no saber si ella comprenderá la dureza de cada cesión, ante la sonrisa burlona de tus hermanos. Por suerte, muy pronto mi madre comenzó a compensar aquellas sonrisas con una onza de chocolate que compartíamos en la cocina, y que a los nueve años sabe a diálogo entre mujeres y a inocente madurez incontenida.

No tengo claro si detrás de la votación del CGPJ hay inocencia o tacticismo progresista, o un poco las dos cosas. Si los miembros progresistas del CGPJ tuvieron madres como la mía, o si simplemente han pillado a los conservadores en las batuecas; lo que sé es que el desbloqueo del Constitucional tiene para todos los progresistas, magistrados o ciudadanos sabor a chocolate compartido y a madurez democrática.

Siento algo de aquel regusto amargo por el hecho de que los conservadores propongan los nuevos magistrados, y también porque se vete a un candidato por ser próximo al Gobierno, como si los que propuso el PP en su día no fueran próximos al Gobierno de Rajoy.

No acabo de compartir la necesidad de que los nombres propuestos por Sánchez sean estéticamente tan filogobierno, por muy legal que sea y por muchas decepciones que tuvieran los socialistas con alguno de los propuestos en el pasado; pero de ahí a que Feijoo les exija ejemplaridad contrastada, después de que los nombrados por Rajoy o dimitieron porque la Guardia Civil lo pilló conduciendo sin casco y borracho —Enrique López— o impidieron personalmente su propia recusación —González-Trevijano y Narváez—, vamos, que no acierto a ver la ejemplaridad en ningún caso.

Si algo ha quedado claro estos días es que cuando el PP fue incapaz de sostener su estrategia de bloqueo a la renovación del Constitucional, las mayorías conservadoras del TC y el CGPJ hicieron propia esa estrategia del legislativo. Y por muchas vueltas que le demos, nada de eso suena ni a ética ni a estética de la democracia.

Lo sorprendente es que cuando todo se encaminaba al precipicio de enero, los inocentes progresistas votaron unánimemente la propuesta conservadora. Tal vez fue el rey hablando de la erosión de las instituciones, o quizá alguien leyó en la inocencia progresista la posibilidad de una inocentada a los conservadores; lo cierto es que este movimiento hace innecesaria la reforma del Código Penal y la posible reforma del modelo de elección, desarma la estrategia popular, que tiene que refugiarse otra vez en Cataluña, y aleja el barro mediático para la presentación de las nuevas medidas anticrisis del Gobierno.

Dicen que Trevijano y Narváez se miran la espalda por si les cuelga un monigote, que Feijoo lleva dos días preguntando si Segoviano es suya o nuestra, y que Tellado le responde que la señora Segoviano es muy suya; pero, sobre todo, me alertan que en Moncloa se ha colado una señora a repartir onzas de chocolate con sabor a madurez, y que le está dando una chapa a Sánchez… Mamá, vuelve, que tienes que hacer la cena de Fin de Año.