El IVA que se iba y no se fue

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

ZIPI ARAGON | EFE

07 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

No solo los analfabetos económicos nos oponemos a la decisión de rebajar el IVA en el precio de algunos alimentos básicos. Quienes dedicaron sus vidas a la economía, y por tanto algo saben de ello, opinan lo mismo. Lo hicieron antes de que se aprobase la medida y lo hacen ahora con los descuentos en marcha. Y, lo que es más representativo, lo mismo piensa la mayoría de consumidores que no ven efectivo. Así que por motivos bien diferentes, más de la mitad de este país está de acuerdo en que rebajar o suprimir el IVA no resulta efectivo.

Ni tampoco solidario, por mucho que así se quiera presentar. Porque la decisión beneficia a los más favorecidos. Es un principio elemental. Por poner un ejemplo, cuando vengan a Madrid, Giorgina y Cristiano comprarán el pan y el aceite al mismo precio que la señora Lola que sobrevive en la Cañada Real. Cuando adquieran productos básicos, se beneficiarán de unos precios rebajados tanto quien se embolsa 540.000 euros diarios en Arabia Saudí, como la que no tiene un mendrugo que llevarse a la boca. Y esa es una condición que debiera de haberse tenido en cuenta porque, al igual que con las bonificaciones a los carburantes, el café para todos no es la solución. Lo efectivo de las iniciativas contra el efecto de la inflación está en centrarlas en los grupos sociales más perjudicados. Las que son generalizadas como las rebajas de impuestos, terminan beneficiando, sobre todo, a las clases adineradas. Lo contrario de lo que se pretende.

Y en este desbarajuste entran también las cadenas de distribución, que en nuestro país dan material para un sinfín de tesis. Desde la práctica habitual de activar el consumo y buscar compradores vendiendo por debajo del coste de producción, como ocurrió con los productores lácteos gallegos, a no respetar un real decreto del Gobierno, como están haciendo.

Ya nos habían anunciado economistas y estudiosos que quienes iban a aprovecharse son los supermercados, aumentando sus beneficios, por no aplicar la reducción en su totalidad. Y así está siendo. Como acaba de denunciarse, al menos ocho cadenas se saltan la norma, lo que hace que los precios sean incluso superiores a los anteriores a la entrada en vigor del acuerdo. Una de las principales incrementó los de determinados productos, entre ellos los del aceite, tan pronto como el Gobierno anunció la rebaja el 27 de diciembre, según denunciaron asociaciones de consumidores. Eso que se sepa, porque el control es complicado. La Comisión Nacional de la Competencia, a quien se le encargó la vigilancia, desconoce los precios que regían en cada producto. Por todo esto los consumidores se muestran escépticos y críticos con la medida que además choca con las recomendaciones de organismos nacionales e internacionales. Aseguran que nada les soluciona y que los supermercados continúan subiendo precios y aumentando sus beneficios. Y esta idea se está generalizando por la obsesión del café para todos. Así que estamos como al principio. En una batalla desigual e injusta. Claro que el Gobierno siempre tiene razón. La tiene al asegurarnos que el paro se ha desplomado. Y también cuando hace unos días nos dijo que la rebaja del IVA era una «medida cosmética». Y eso es.