He aquí al tenista Roberto Bautista en su primer partido en el Open de Australia. Su cara aguardando la bola que no termina de llegar es parecida a la que debió quedárseles estos días en el PP, y a ver qué esperaban. Desencajado, pareciera que lo que a Bautista se le viene encima sea, más que una pelota, un tal Juan García-Gallardo. De repente, es como si los chistes, ejem, de la secretaria de Estado Ángela Rodríguez Pam nunca hubieran sido contados. Gentileza de Vox. Hay quien dirá que su desocupado vicepresidente en Castilla y León cobra poco. Si sigue así, el PSOE le va a poner un piso. Aunque en este lance del juego a Santiago Abascal no se le ve ni la barba, es fácil sentir al fondo de la pista el latido de su, digamos, corazón. La pelota sigue en el aire. El PP verá si sigue restando con timidez, y a ver qué pasa, o a conciencia. No hace falta ser Rafa Nadal para saber que, a pocos meses para unas elecciones, cualquier punto puede ser punto de partido.