Allá usted y su tilde

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

FERNANDO VILLAR | EFE

11 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La ortografía es un acuerdo, o un convenio. Unas normas que nos dan para entendernos y que se establecen en función de la etimología, historia literaria y fonética. Y lo establece la Real Academia Española, que para eso está. O estaba. Porque es la que limpia, fija y da esplendor al lenguaje, lema con el que se creó en el siglo XVIII. Sus académicos, lingüistas y gramáticos son los que «guardan la virginidad de la lengua», como decía García Márquez. O guardaban. Porque últimamente, y por esas cosas de los tiempos líquidos, deja que cada escribidor establezca su propia ortografía.

Al menos con las tildes en el adverbio solo. Ya estábamos en un laberinto, porque nada tiene que ver lo que dice la Ortografía de la Lengua Española del 2010 de la propia Academia con los tuits oficiales de la institución, con las manifestaciones de algunos académicos, con su Diccionario panhispánico de las dudas, ni con Fundación del Español Urgente (Fundéu), y la pasada semana se lio un poco más la madeja. Se decidió «modificar la redacción de la norma» sobre si se debe poner o no tilde a esta palabra cuando es adverbio y quien escribe cree que hay riesgo de ambigüedad por confundirla con su uso como adjetivo. Pero hace unas horas el lío se hizo eterno al aprobarse por «unanimidad el acta del pleno anterior, en el que se cambiaba el texto de una norma que establece desde 2010 que no debe tildarse solo», según su director, Muñoz Machado. Lo que hace que profesores y examinadores no podrán señalar como falta de ortografía si se tilda el vocablo.

A partir de ahora, lo de la tilde queda «a juicio de quien escribe», sencillamente porque los señores académicos han hecho dejación de funciones. Dejando al albur de los escribidores decisiones que deben venir claramente definidas. O sí o no. La tilde opcional no es una norma. Porque también puede dejar a juicio de quien escribe el uso de la b, la v, la h o la m ante p y b, que tantos dolores de cabeza da. O hacerlo con las miles de palabras del diccionario que son ambiguas y tampoco llevan acento. Banco, un ejemplo. ¿Escribimos de los de madera, de los de peces o de los que chupan la sangre? Podríamos acentuarlos.

La RAE optó por el allá usted y su tilde. Eligiendo la dejadez. Cuando las normas ortográficas han de ser rígidas, claras e inamovibles. Y nunca pueden quedar al azar de quien las utiliza. Porque entonces no son normas. Y además acabaremos por no entendernos. Aunque sea lo que se lleva.