Tamames según Kant

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

Eduardo Parra | EUROPAPRESS

22 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Tamames, por su edad y pasado, se merece un respeto. Pero una cosa es el respeto a los individuos y otra el respeto por lo que piensan. El buenismo simplista de respetar todas las ideas es absurdo, pues hay ideologías despreciables que no merecen respeto alguno, como las que incitan al odio a través del integrismo, la xenofobia o el machismo. Dado que no respetar está mal visto y que Tamames se merece un respeto, quienes confrontan con él en la moción de censura debieran dirigirse a él, que para eso es el candidato, y no a los demás líderes, que para eso tienen las Cortes el resto de la legislatura.

Si hubiese un Kant en la tribuna, le diría a Tamames unas cuantas cosas sobre el respeto a las personas, aplicándole la teoría del respeto moral. Le diría que las personas, sean analfabetos o catedráticos, como seres racionales, atesoran un valor propio y se merecen un respeto moral, siempre que actúen con buena voluntad. Sin embargo, le haría ver que no es lo mismo la gente con buena voluntad que la «gente de bien», como no es lo mismo tener buena voluntad que llevar a cabo buenas acciones ficticias atendiendo a supuestos bienes superiores.

Tras escuchar a Tamames justificando la moción de censura como un ejercicio de libertad individual y un deber moral cuya intención es salvar a la nación de la desintegración y la barbarie, Kant le haría ver que, en el plano personal, todo deber moral ha de contar con autonomía y que, en el plano político, el libre albedrío, como potestad para obrar tras reflexión, ha de ir ligado a la coherencia ideológica y a la capacidad de actuar atendiendo al bien común, no al ego particular, pues conlleva una responsabilidad moral que, además, tiene consecuencias colectivas.

Kant habría advertido a Tamames que plantear una moción a sabiendas de que no cumpliría su objetivo, alegando un precepto moral, significa que no ha comprendido su concepto de imperativo categórico, ya que se ha creído la milonga de quienes le proponen, en el sentido de que el candidato es un fin en sí mismo, no un instrumento para otros fines espurios. Kant, por imperativo categórico, reconocería a Tamames un valor intrínseco como persona, pero no una autoridad moral superior, tras haber sido utilizado o haberse dejado utilizar por otros que no merecen el menor respeto.