Rindo homenaje a la flor del frio, a la camelia, reina del paisaje gallego, a donde llegó desde las lejanas y exóticas tierras de Catai y Cipango, de China y de Japón, para avecindarse y quedarse para siempre en Galicia.
Ocho mil variedades existen en el país y hay una ruta para apreciar su estallido colorista en media docena de pazos; desde el de Oca hasta el de Mariñán, pasando por Rubianes o Santa Cruz de Ribadulla. Pero es en tierras de Ortegal, en la Torre de Lama, donde se encuentra la plantación más grande de Europa, que mimaron cadenciosamente Federico y Diego Maciñeiras. Hoy la camelia es una flor de todas las estaciones, su escaso aroma se compensa con el cromatismo que va del rojo intenso a la palidez del rosa. Nos regala su aceite sutil y exquisito y es la base para saborear los tés más puros. Está en el origen de la novela de Dumas, La dama de las camelias y cantada en el aria de La Traviata.
La flora gallega está pintada en la paleta de los bermellones, el país se adorna con malvas y morados en esa maravilla floral. Me refiero a la sinfonía descendente de las buganvillas o al color de mil rosas de las hortensias que de un tiempo a esta parte salpican jardines y prados gallegos poniendo calidez a los veranos del norte.
La música armónica de la flora de Galicia la complementan las azaleas, los rododendros y el patriarcal magnolio con sus frutos blancos que preludian el tiempo nuevo. Yo, sin embargo, sin dejar de ser partidario entusiasta de la camelia del poniente, me decanto cuando llega abril por la humilde y popular flor del toxo, por la chorima que siembra de oro viejo caminos y comarcas, senderos para andar y ver toda la geografía gallega.
Y con el poeta Noriega Varela recito «nin rosiñas brancas nin craveles roxos, eu venero as froliñas dos toxos». Será porque ya es primavera en esta parte del mundo, porque crece la luz con los días que se alargan, pero hasta mí llega el arrecendo y la melodía cromática de las flores que engalanan Galicia. Vaya mi reconocimento a la camelia norteña, la flor que de enero a abril anuncia la vida.