Cada vez que se acercan elecciones y le favorecen las encuestas, el PP propone que gobierne la lista más votada, a sabiendas de que no llegará a tiempo. En el PP es cuestión de estrategia y oportunismo; en Feijoo es cuestión de adaptabilidad e idiosincrasia. En Galicia, donde ganó varias elecciones autonómicas por mayoría absoluta, la propuesta, trasladada a las municipales, le habría dado las alcaldías de A Coruña, Lugo y Ferrol, donde otros gobiernan mediante pactos, que denomina «pactos entre perdedores».
Demonizar los pactos es demonizar la esencia de la democracia, pues una cosa es ganar elecciones, algo cuantitativo, y otra distinta gobernar, algo cualitativo, que pasa por entenderse con los demás. La propuesta de que sea alcalde el candidato que obtenga más votos gusta al votante que no reflexiona sobre la esencia o que no desea pactos con partidos a los que desprecia. Los más despreciados venían siendo Bildu, ERC, BNG, Podemos, Mareas y similares, pero ahora Vox se ha ganado a pulso su cuota de desprecio.
En Galicia, el PP no contempla una alianza con Vox, porque pinta entre poco y nada. En Andalucía, Castilla, Madrid o España la ve como inevitable. Los gurús del partido dan la vuelta a la tortilla justificando un trágala al que se ve obligado por un PSOE que no asume su propuesta de apoyar, con una simple abstención, la lista más votada. Ayuso lo tiene claro, Feijoo lo tenía claro cuando estaba en Galicia, ahora no tanto, pues se muestra abierto a posibles pactos de legislatura con Vox, no como socio de coalición, de momento, sino como aliado externo mediante acuerdos puntuales.
A escala nacional, la cuestión de la lista más votada no parece un problema, ya que solo en unos 600 de los más de 8.000 municipios españoles no gobierna la lista más votada. Por ejemplo, si en el 2019 hubiese regido esa norma, el PP se habría hecho con las mencionadas alcaldías gallegas, pero habría perdido las de Zaragoza y Madrid, que habrían correspondido al PSOE y a Más Madrid. A veces, las propuestas las carga el diablo. La escala de las mismas resulta básica. Esa propuesta que parece venirle bien a Feijoo para las generales, no les viene tan bien a ciertos barones para las autonómicas y a ciertos candidatos para las municipales. No se va a aplicar, no es más que un truco.