Que un ignorante sea poco riguroso en sus opiniones merece la comprensión de todos. El tema se le hizo grande y «aquí paz y después gloria». Pero que el secretario primero de la Mesa del Congreso y diputado de Sumar, Gerardo Pisarello, doctor en Derecho y profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona, se permita la licencia de criticar al rey por haber propuesto al presidente del PP, partido más votado en las pasadas elecciones del 23-J, Alberto Núñez Feijoo, como candidato a la investidura solo puede responder a sus irreprimibles ganas de provocar. Alega Pisarello que la manera que Felipe VI propuso a Feijoo le atribuye un poder que la Constitución no le reconoce y lo considera «una nueva exhibición de discrecionalidad». Debiera saber el insigne constitucionalista lo que recoge el artículo 99 de la Constitución a la hora de encargar la tarea de designar candidato. Felipe VI eligió a Feijoo debido a que fue su partido el que más escaños logró en las pasadas elecciones generales y la «costumbre» es, como no podía ser de otra forma, empezar designando al ganador, y por ahora ninguna constancia existe que haya otro candidato con más apoyos en el Congreso. Aprenda a perder, señor Pisarello. Le guste o no, su coalición de partidos ha sufrido una severa derrota y es la cuarta fuerza política después de Vox. Una vez que asuma esto, rectifique su lamentable comentario. Ya mejorarán sus resultados en venideras elecciones. Un descalabro semejante solo suele ocurrir una vez.