¿Son seguras nuestras presas?

Agustín Hernández Fernández de Rojas INGENIERO DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS. EXCONSELLEIRO DE MEDIO AMBIENTE, TERRITORIO E INFRAESTRUTURAS.

OPINIÓN

MARWAN ALFAITURI | REUTERS

15 sep 2023 . Actualizado a las 10:13 h.

Conforme transcurren los días se van conociendo más datos espantosos sobre los efectos terribles que ha tenido una borrasca de magnitudes inéditas en Libia. Unas lluvias que superaron con mucho los registros máximos conocidos y provocaron la rotura de dos presas, con el consiguiente desbordamiento incontrolado de un río, que arrasó todo lo que encontró a su paso.

A la vez que constatamos el resultado catastrófico del referido suceso es lógico que nos surjan preguntas al respecto de si un episodio de esa naturaleza podría ocurrir en nuestro país, así como si nuestro territorio y nuestras infraestructuras están preparadas para evitar un desastre de semejante magnitud. Sería un error pensar que ese tipo de sucesos únicamente se producen en países escasamente desarrollados, que no cuentan con estructuras administrativas de inspección; o carecen de los mínimos instrumentos de gestión, control y supervisión; o que solo se producen como consecuencia de acciones criminales en el contexto de una guerra, como ha acontecido este mismo año con la voladura de la presa de Nova Kajovka en Ucrania, con el consiguiente desbordamiento del rio Dniéper.

El 9 de enero de 1959, la rotura de la presa de Vega de Tera, en la comarca de Sanabria, arrasó el pueblo de Ribadelago, acabando con la vida de cientos de personas que dormían en aquel momento. Aún hoy sobrecoge visitar las ruinas del pueblo y ver las cruces que los parientes, que habían emigrado, colocaron en recuerdo a sus seres queridos. El 2 de diciembre de ese mismo año, una ola de más de 40 metros, provocada por la rotura de la presa de Malpasset, en la Costa Azul francesa, acabó con la vida de centenares de personas. El 9 de octubre de 1963, en Italia, a escasos 100 kilómetros de Venecia, un deslizamiento de una ladera desplazó el agua almacenada en el embalse de la presa de Vajont, originando un gigantesco tsunami que sobrepasó la presa, de más de 260 metros de altura, acabando con la vida de miles de ciudadanos que se vieron sorprendidos por una ola que descendió por la estrecha garganta en la que se acababa de construir la referida presa. El 20 de octubre de 1982, la rotura de la presa de Tous, en Valencia, provocada por unas lluvias continuas y torrenciales que se prolongaron durante varios días, arrasó las comarcas de la ribera alta y baja, generando importantísimos daños, así como varios fallecidos.

Estos antecedentes, y otros que constan documentados y que se podrían mencionar, acreditan la necesidad de aplicar y cumplir la extensa normativa existente en la Unión Europea y en España en relación con la seguridad de las presas. Normas sobre criterios de diseño y construcción, normas relativas a la explotación, a los llenados y vaciados, en relación con la auscultación de las infraestructuras, así como todas las aplicables en materia de protección civil y los correspondientes planes de emergencia. El cumplimiento de todas ellas, así como su actualización continua, en función de la aplicación de las mejores técnicas disponibles, resulta imprescindible para evitar la repetición de este tipo de episodios. Al margen del cumplimento de las normas constructivas y de explotación, no debemos olvidar también la necesidad de un correcto mantenimiento y conservación de nuestras presas, puesto que, en más ocasiones de las deseables, una visita a cualquiera de ellas puede acreditar un nivel de abandono notable.

En definitiva, en un mundo en el que el riesgo cero no existe, se trata de alcanzar el mayor nivel de seguridad en el país de Europa que cuenta con un mayor número de grandes presas.