33 de Vox, más 2 y 4 síes o 7 blancos: presidente

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

Juan Carlos Hidalgo | EFE

29 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Núñez Feijoo sigue esforzándose por ser presidente. No son los tiempos del bipartidismo y para ello necesitaba una mayoría absoluta con Vox el 23 de julio. Sus augures fallaron y olvidaron que la movilización a su favor de la centroizquierda menos sanchista estaba eivada —y lo estaba seriamente— por el sometimiento del Partido Popular a los postulados de la extrema derecha. Algo que se empezó a ver en Castilla y León, luego en los 140 ayuntamientos donde no fue la fuerza más votada, y continúa. Con esto era muy difícil que los votantes socialistas cambiaran al PP, como de hecho no hicieron. Y por ello insisten en que les faltan cuatro síes o siete abstenciones. Pero la realidad es que Feijoo necesita más, necesita los 33 votos de Vox.

Feijoo quizá se sienta cómodo con Urkullu u Ortúzar en una política de pactos, eficacias de gobierno aparte. Quizá también con el denostado y buscado Puigdemont. Pero tales amagos se han visto abortados por el PP fetén y centralista, aquel de Ayuso y Aznar, donde su igualdad está en Madrid, por más que los datos indiquen que la desigualdad hoy es, sobre todo, Madrid. Una desigualdad trabajada desde aquel tamayazo a lo Esperanza Aguirre que se implora repetir. Porque la comodidad nacionalista espanta a Vox.

La otra parte viene de la mano de Rajoy. No es fácil olvidar el discurso de Joan Coscubiela los días 6 y 7 de septiembre del 2017 en el Parlamento catalán. Como tampoco se olvida la entrega a Rajoy por Pérez Rubalcaba, en marzo del 2013, de un documento sobre Cataluña. Pero Rajoy, cuando el Parlamento de Cataluña rompe con España y con la otra mitad de Cataluña, no comparece. Entonces no hay 155. Y alguien debiera explicarlo. Porque quizá se hubiera contenido el desastre del 1 de octubre y los días que siguieron, intereses aparte.

Esta es la mochila de Feijoo. Entre Ayuso y Aznar y su centralismo interesado y la política de confrontación en Cataluña y la incomprensión del problema territorial. Acompañado, y no es un mal menor, de su dependencia de Vox. Tres ejes de difícil compatibilidad con diputados socialistas y/o nacionalistas a los que apela Feijoo. Aun con mayoría de derechas en el Congreso.

Puede que Feijoo mantuviera sus principios, siendo el caso. Pero esta investidura no va de eso: Feijoo depende de la coalición con Vox. Los socialistas y los nacionalistas no aceptan a Vox, ni Vox a estos. Ergo hay incompatibilidad con Feijoo de unos o de otros. Antes de los síes o las abstenciones y de los proclamados principios irrenunciables, que mutan. Llegada la réplica los socialistas sorprendieron con Óscar Puente, bien cargado de bombo. Una réplica en línea, quizá, con las de aquel Guerra que se reconocía en la duda y gustaba de Los gozos y las sombras. Por lo demás, la investidura de Feijoo ha sido para derogar el sanchismo. O intentarlo de nuevo en un futuro, si hoy tampoco la logra. Quizá despejada entonces la crisis catalana y territorial actual. Aunque no el Poder Judicial.