¿Y si Pedro Sánchez nombrara a Puigdemont ministro del Interior? ¿O de Justicia? ¿O responsable del nuevo Ministerio de Separatismos? Hace no demasiado, semejantes hechos parecerían ciencia ficción. Hoy lo veríamos como una broma verosímil porque Pedro Sánchez está demostrando con sus decisiones que está dispuesto a pagar lo que valga esta fiesta que se están dando los independentistas catalanes y vascos. Si ya le ha llamado president al todavía hoy prófugo de la justicia, ¿por qué no le va a nombrar ministro del Gobierno de la España plural que nos están vendiendo para aceptar este trágala?
El presidente del Gobierno en funciones jamás habría aceptado la amnistía si no fuera el precio a pagar por seguir en el cargo. La negó antes de las últimas elecciones, por lo tanto solo lo hace porque es su único camino para seguir en la Moncloa. Vamos, que no es por el bien de España y de Cataluña. Hay que ser muy ingenuo para pensar que la clave de todo es apaciguar a los soberanistas. Y muy ingenuo para caer en la trampa de la España plural. La única verdad es la alineación de intereses cruzados entre los socialistas y los nacionalistas que están llevando al Estado a un nivel de estrés que en cualquier momento, por insoportable, nos puede estallar a saber por dónde.
A la vergüenza de la amnistía, que no es poca, hay que unir la condonación de 15.000 millones de la deuda que los catalanes tienen con el Estado, lo que viene siendo un veinte por ciento del total. Dicen que este perdón de lo adeudado se va a extender al resto de las comunidades autónomas, pero no explican el cómo ni si habrá compensaciones para aquellas que hayan realizado una mejor gestión de sus recursos o que hayan sido más prudentes en sus gastos.
Pero no seamos ingenuos. Estos 15.000 millones (más 1.300 de intereses) no son más que un pequeño adelanto de lo que puede resultar el montante final de una legislatura con cuatro años por delante en la que cada vez que haya que elaborar los presupuestos Pedro Sánchez tendrá que pasar por caja. ¿Se imaginan ustedes lo que apretarán Junts, ERC, Bildu y PNV cada vez que haya que preparar las cuentas del Estado? ¿Más condonaciones? ¿Más infraestructuras? ¿Más inversiones? Pues sí.
Y todo esto será, que a nadie le quepa duda, a costa de los demás. ¿Qué puede celebrar el BNG con las migajas de descuentos en la AP-9 cuando Galicia va a ser una de las comunidades más agraviadas de toda España por las cesiones económicas a Cataluña?
Seguro que Pedro Sánchez piensa que se trata de ponerse un poco colorado ahora, durante la investidura, y que después hay cuatro años por delante que ya irá toreando según salgan los morlacos a la plaza. Sabe que los gritos de la oposición no van a ninguna parte. Y sabe que ha conseguido domesticar su partido a niveles insultantes. Y, por supuesto, ahora más que nunca, sabe que si hubiera una repetición electoral, perdería y tendría que abandonar su idolatrado sillón de la Moncloa.